38. Cena a las afueras

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Emilia

La semana estaba pasando de buena manera —en mi aspecto—, después de que Christine arreglara mi mal entendido con la entrenadora volví hacer lo que más me gusta.

Después del primer entrenamiento las chicas me interceptaron para preguntar al respecto —ya que las estuve evitando todo el fin de semana—, y después de dejar todo claro, los entrenamientos pasaron entre risas y charlas departe de todo el equipo —cuando se podía—, ya que la entrenadora estaba un poco estresada por el partido que venía, porque teníamos que jugar los cuartos de final.

Los torneos que la escuela realiza cada cuatro años se juegan junto con la temporada que se está jugando en ese tiempo —explicándolo de un modo mejor—, este año empezamos el juego de torneo, y hace tres semanas habíamos calificado para los cuartos de final, dichos cuartos se jugaran junto a los cuartos de final del torneo de primavera, o sea que la responsabilidad es mayor porque tendríamos que calificar para dos partidos en uno solo.

Al principio no lo entendías, pero al final solo quedaba entender que eran las reglas de la escuela y había que seguirlas, ellos pueden quitar y aumentar partidos si se les da la gana, ya que son reglas suyas y no había que objetar al respecto.

El viernes se jugaban los cuartos de final y suponiendo que pasemos a la final tendríamos que ganar dos trofeos, el de temporada y el de primavera. Por lo que sé el último torneo no lo ganaron, y contando eso, nos caía más responsabilidad, y en cuyo caso es más estresante pensar en eso.

—¿Estas bien de tu pie?

—Te dije que no es tan grave, además ya necesito entrenar—enarque una ceja—, en verdad Emilia, deja de preocuparte por eso

—De acuerdo

Eliza se ha estado lastimando en los últimos partidos, pero el último partido si fue un poco preocupante ya que tardo un buen rato en el pasto, según ella solo fue un roce y mal movimiento "nada de qué preocuparse", pero me preocupaba, porque es mi mejor amiga y no me gustaría que nada le pasara.

La entrenadora igual lo había notado, así que para no arriesgarla le dijo que no entrenara dos días, el día que volvía al entrenamiento ella estuvo en la banca todo el rato, hoy estaba volviendo a entrenar, por eso preguntaba aquello.

—¿Todo bien? —me miro entrecerrando los ojos

El sol estaba un poco fuerte, algunas chicas seguían dándole la vuelta a la cancha y otras estábamos haciendo unos estiramientos antes del partido de entrenamiento.

—¿En qué sentido? —preguntó mientras se estiraba

—En todos los sentidos Eliza —me estire hacia delante tratando de tocar la punta de mis zapatos—, no hemos hablado

—Estabas tan ocupada con el tema de tu expulsión y las calificaciones —se encogió de hombros—, mi vida no ha sido nada interesante en esos días

—No solo me refiero a eso —me levante al escuchar el silbato

—Muy bien señoritas, hora del juego

—Tenemos que entrenar

—También tenemos que hablar —rodo sus ojos

—Una cosa a la vez —comento antes de trotar en dirección a la cancha

De lo mucho que conozco a mi mejor amiga, sabía que algo no andaba bien, no sé exactamente desde cuando lleva afectando aquello, tal vez desde hace varias semanas, pero el tema de la expulsión no me permitió prestar atención a otra cosa que no fuera eso.

Un juego a la vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora