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La primera clase del día apenas daba comienzo, todos los alumnos corrieron a sentarse en sus lugares cuando la maestra entró al aula y detrás de ella un nuevo alumno.

—Buenos días, clase. Tendrán con ustedes un nuevo compañero —la profesora se volvió hacia donde el chico nuevo yacía esperando indicaciones—. Adelante, preséntate.

Era un joven alto, cabello café oscuro, ojos marrones, pálido y demasiado serio. No se veía amigable, más bien pareciese que estuviera aburrido, cansado, fastidiado de todos, y este apenas era el primer día.

—Me llamo Dazai. Osamu Dazai —Se presentó el joven. Su voz sonó ronca, como si apenas se acabara de despertar.

Pasaron varios segundos y Dazai no agregó nada más a su presentación, se dedicó a observar y analizar a simple vista a algunos de sus compañeros, creando pequeñas notas en su cabeza de cada uno de ellos.

—¿Algo más que quieras agregar? —Preguntó la profesora—. Por ejemplo, cómo te gustaría que te llamen.

—Por mi nombre, Osamu Dazai —respondió Dazai sin siquiera mirarla, estaba bastante concentrado en sus compañeros.

—Bien, entonces, toma asiento donde gustes.

Los bancos del aula eran de doble asiento, por lo que obligatoriamente debería tener a un compañero y no deseaba pasar los próximos meses con alguien que no fuera de su agrado; Sin embargo, estaba de suerte porque en total había tres asientos disponibles, una mesa completamente vacía en ambos asientos, y una silla solitaria a lado de un muchacho pijo de cabello negro.

Sin pensarlo dos veces, Dazai se dirigió hacia la mesa en donde no tendría compañero alguno. No le interesaba mucho hacer amigos. Apenas tomó asiento, la maestra reflexionó un poco acerca de su elección de banco.

—Dazai, ¿no le agradaría más tener un compañero? —cuestionó la profesora.

—Usted dijo que podía sentarme donde quisiera —observó el castaño.

—Olvidé mencionarle necesitará de un compañero para algunas actividades.

—No se preocupé, ya encontraré a alguien que quiera trabajar conmigo.

Unas chicas chicas sentadas en el banco de a lado parecieron reír y murmurar por lo bajo entre ellas, querían disimularlo, pero no lo hicieron muy bien porque Dazai lo notó.

La maestra comenzó la clase y ahí se quedó Dazai, en una mesa solitaria rodeado de personas que no conocía, analizándolas una por una. Todo el día así fue, mientras tomaba nota en sus cuadernos, observaba el comportamiento de aquellos que lo rodeaban.


* * *


A la hora del almuerzo, Dazai salió para encontrarse con la única persona que conocía de toda la escuela, su único amigo hasta el momento. Al fin y al cabo, mudarse no era tan sencillo como parecía.

—¿Y qué tal? ¿Cómo ha ido tu día? —preguntó un joven aún más alto que Dazai, de cabello color cobrizo y mirada imperturbable.

Este era Odasaku, un amigo de hace pocos años. Debido a que tuvo que cambiarse de escuela, Oda le había ayudado con los trámites para ingresar a la misma escuela que él.

—Nah, normal. Nada interesante hasta ahora —suspiró Dazai mientras sus dedos tamborileaban en el plástico de la mesa.

Estaban en la cafetería, la fila para tomar el almuerzo era eternamente larga así que ambos esperaban sentados en una mesa al fondo a que se hiciera más corta y poder ir por algo.

RED GRAPHITE // SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora