Rhaenyra III

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advertencia: descripción de parto y menciones de sangre.

Espero que lo disfruten!

Habían pasado casi nueve lunas desde que su hijo fue concebido. Y aproximadamente cinco desde la boda de su padre.

Cinco lunas, y Laena aún no carga un bebé en su vientre. Un claro contraste con Alicent, cuyo vientre se ve a punto de estallar en cualquier momento.

El embarazo hace brillar a su esposa. No hay Señor o Señora, noble o común, que no pierda la oportunidad de alagar a Alicent en cada ocasión. La joven, aunque incomoda, acepta todo con una sonrisa y devuelve las cortesías de manera amable y humilde.

El porte de una reina. Había felicitado Lord Lannister.

Aunque el pomposo hombre solo trataba de ganar su favor, Rhaenyra tiene que admitir la verdad que había en sus palabras. Incluso su padre la había felicitado.

No era una sorpresa, después de todo, Alicent había sido joven cuando llegó a King’s Landing para unirse a su padre, justo luego de haber perdido a su madre, y como amiga cercana y Dama de Rhaenyra, pasaba una cantidad de tiempo considerable con Aemma, la mujer, conmovida por el semblante tranquilo y melancólico de la niña, la tomo bajo su brazo protector. Esto era algo de público conocimiento en la corte, que actualmente ve a Alicent como la imagen una verdadera reina, amable, decorosa y gentil. No una replica, pero si una digna sucesora de la reina Aemma.

Rhaenyra se siente a punto de echarse a llorar como una niña la mitad del tiempo, y la otra mitad siente tanto orgullo que teme realmente explotar.

Pensar en como su madre amaría ayudar a Alicent con su embarazo, cuanta sabiduría podría transmitirle a ambas y como su sonrisa habría brillado cuando Rhaenyra compartió la noticia del bebé, suele inundar a la princesa de una tristeza tan grande y profunda como el Mar Angosto, y hace que el resentimiento contra su padre saque a relucir su fea cabeza. Ella solo puede esperar que Laena no corra la misma suerte a manos del Rey.

Aunque, claro, su madre había estado sola, nadie en su familia para defenderla ante Viserys, incluso Rhaenyra era aún muy joven para abogar por ella. Laena tiene a su madre en la corte, la princesa Rhaenys, quien usualmente es constantemente opacada por su esposo, en la ausencia de este, es una verdadera fuerza a tener en cuenta.

Rhsenyra a veces se pregunta, si algún Arryn hubiera llegado a tiempo a la corte, ¿su padre aún habría tenido las agallas para ordenar que abran a su madre como si fuera nada más que un burdo contenedor?

Ella sabe, que Hightowers en la corte o no, ella jamás le haría eso a Alicent.


“Mi padre se esta poniendo nervioso, con la Triarquia ganando el doble de batallas.” Confiesa Laena mientras ambas pasean por el jardín. “Y creo que mi situación en la corte no esta ayudando a tranquilizarlo.”

“¿Situación?” Pregunta Rhaenyra.

“Aún no puedo concebir un hijo.” Aclara la reina.

“Bueno, eres joven aun.” Murmura Rhaenyra incómodamente.

“Lo se, incluso el maestre lo dijo, pero mi padre sigue insistiendo.”
El agobio en la voz de su prima conmueve a Rhaenyra.

Su prima es aún una niña, tan solo ha vivido por catorce años, casi quince, pero una niña aún, ella debería estar disfrutando ser cortejada y volar libremente en Vhagar, no tener la carga de engendrar un heredero, y mucho menos uno destinado a ser un simple reemplazo.

Rhaenyra piensa, que gran parte de la tristeza que siente por su prima, se debe a su propia culpa.

Culpa que no ha desaparecido desde que, dos lunas atrás, habían celebrado el Día del Nombre numero diecisiete de Alicent.

Ver a su esposa comer pastel mientras intentaba ocultar los signos de incomodidad por su vientre hinchado había hecho que Rhaenyra quisiera arrancarse los ojos.

Ella nunca pensó en los jóvenes que eran, ella no sería la que cargara con el bebé, así que simplemente decidió que harían el ritual ni bien se hubieran casado, queriendo demostrar que podían tener herederos tan rápido como cualquier otra pareja. Y nunca, ni por un segundo, se detuvo a pensar en que Alicent tendría que ser quien llevara su bebé a tan corta edad.

“¿Y como se preparan Alicent y tú para recibir al bebé?” Pregunta amablemente Laena, interrumpiendo el pozo de culpa en el que Rhaenyra comienza a hundirse.

La princesa no es apaz de responder, puesto que un sirviente las interrumpe.

“Princesa, su Majestad.” Realiza una torpe reverencia mientras luchaba por respirar. “Princesa, la Princesa Consorte comenzó su labor, y esta pidiendo por ti.”

El corazón de Rhaenyra deja de latir ante la noticia.

Laena, notando la tensión repentina en el cuerpo de su prima, ríe y toca suavemente la mano de la princesa.

“Yo eh… si, claro.” Responde ella.

Y sin una segunda mirada a la reina o al sirviente, se hecha a correr por el castillo.

Antigua ley, nueva historia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora