Alicent IV

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Todos los errores son míos.
Espero que lo disfruten! Por favor, lean la nota al final.

*

“La reina ha dado a luz a un niño, lo llamaron Jaehareys.”
Su padre se deja caer en la silla, una mezcla de furia y derrota en su rostro agotado.

Alicent no sabe que hacer con esta información. Esta feliz de que Laena haya dado a luz sana y salva, la joven ha querido ser madre por algún tiempo y ahora se ha hecho realidad, pero por otro lado, sabe que este niño pone en riesgo el reclamo de Rhaenyra, y por lo tanto, sus vidas.

Rhaenyra la sorprende entrando a su habitación, la mirada en blanco en su rostro alerta a Alicent de inmediato.

“Es un niño.” Susurra. “Corlys Velaryon lo celebró llamándolo el segundo de su nombre¹, y mi padre no lo corrigió.”

Alicent siente que las paredes se cierran sobre ellos con la noticia.

“Tu tío marchara a Oldtown temprano en la mañana, y preparara a los abanderados en caso de-” Se detiene cuando observa el estado de Rhaenyra. “Buenas noches princesa, hija.” Saluda antes de irse.

“¿Él no lo haría, verdad?” pregunta. “¿No me destituiría así como así?”

“No, claro que no.” Se apresura a tranquilizarla. “Él te ama, no te haría eso.”

“Pero ahora tiene a su heredero varón.” Susurra Rhaenyra, sus ojos se ven borrosos por las lagrimas, rompe el corazón de Alicent. “El heredero por él que mato a mi madre.”

Ella se congela, por una vez, no tiene palabras de consuelo para su esposa, así que solo se levanta de la cama y se dirige hacia donde Rhaenyra esta sentada en un lujoso sillón en una esquina y se sienta en su regazo, acunando su cabeza contra su pecho.

“Todo estará bien.” Susurra mientras juega con su cabello.

Más tarde, se acomodan en la cama, aún inquietas y nerviosas. Alicent lucha contra el sueño tanto como puede, pero pierde finalmente, solo para despertarse sobresaltada en medio de la noche.

Rhaenyra esta sentada en la cama, respira agitadamente mientras intenta desenredarse de las sabanas.

“¿Nyra?” pregunta.

“Los niños.” Susurra. “Tengo que buscar a los niños.”

Ante la mención de sus hijos, Alicent se despierta completamente, poniéndose de pie, sigue a Rhaenyra afuera de la habitación. Intrigados, Sir Arryk y Sir Criston las siguen.

“Muertos.” Finalmente habla Rhaenyra. “En mi sueño, eran asesinados.”

Un escalofrío las recorre a ambas, sin darse cuenta, Alicent acelera su paso.

Cuando llegan a la guardería, Gwayne y Sir Erryk las miran confundidos, pero les abren el paso de todas formas, allí, tanto el pequeño príncipe como la princesa, descansan completamente ajenos a los miedos de sus madres.

Rhaenyra se apresura a tomar a Aegon en brazos, haciendo un gesto para que Alicent tomé a Helaena.- “Los llevaremos a nuestra habitación, al menos por hoy.” Susurra.

No duermen, ninguna de las dos es capaz de conciliar el sueño, prefiriendo yacer en la cama, sus pequeños hijos duermen plácidamente entre ellas.

Alicent siempre espero problemas, yendo tan lejos como para esperar una guerra desde el momento en que Rhaenyra fue declarada heredera, pero nunca espero que el peligro se cerniera sobre ellas tan pronto, pero ahora los problemas tocan a su puerta, y ella no sabe que hacer, pero sabe que hará lo que sea para proteger a su familia.

La mañana llega, y con ella las celebraciones.


**


Cuando la semana de torneos y festines termina, Alicent se permite respirar tranquila por primera vez en días. Viserys ha celebrado a su hijo varón a lo grande, lo ha enseñado con orgullo a cada Señor que se ha acercado, pero en ningún momento ha dado señales de nombrarlo su heredero, para tranquilidad de su padre, y para evidente frustración de los Velaryon.

“Los maestres me informan que hay una pequeña cría en Dragonmont², aún es muy pequeña para ser salvaje, es la oportunidad perfecta para Aegon.” Le informa Rhaenyra desde el escritorio en la habitación.

Alicent solo la observa desde la cama. Estan disfrutando de una mañana lenta, sin reuniones del Consejo o chismes de la Corte.

“¿Es una broma, verdad?” pregunta.

“¿No?” Alicent quiere borrar la confusión del rostro de su esposa con una bofetada.

“La locura Targaryen ha caído sobre ti muy pronto si crees que dejaré que mi hijo se acerque a un dragón, que, cito: aún no es salvaje.” Sentencia antes de voltearse, lista para caer en un muy necesitado sueño por al menos otra marca de vela.

Ella puede sentir el colchón moverse, y luego la nariz de Rhaenyra hace cosquillas detrás de su cuello.

“Él tendrá que reclamar un dragón tarde o temprano, si no te complace esta pequeña cría, siempre podemos llevarlo con el Cannibal.” Susurra antes de posar un beso en su espalda.

Ante la mención del temible dragón, el fuego que se había encendido en el bajo vientre de Alicent, se apaga de inmediato.

“Ni siquiera bromees sobre eso.” Murmura enfada mientras se retuerce hasta quitarse a su esposa de encima.

“Alicent.” Habla Rhaenyra, repentinamente seria, ahora frente a ella mientras toma sus manos. “Es un Targaryen, necesita un dragón así como tú necesitas tu fe. Se que te asusta, pero Syrax y yo estaremos ahí para él en todo momento, te prometo que no le sucederá nada.” Susurra antes de besar sus nudillos.

“Se que no dejarás que nada malo le pase, pero, Rhaen-”

“¿Confías en mí?” la interrumpe la princesa.

“Con mi vida, lo sabes.”

“Bien, ahora necesito que confíes la vida de Aegon conmigo, te prometo, nada malo le sucederá.”

Resignada, Alicent asiente, sonriendo ante el beso que su esposa planta en sus labios.

“Bien, partiremos a Dragonstone en dos días, y regresaremos justo para el onomástico de Aegon.”

Antigua ley, nueva historia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora