Alicent VII

2.5K 186 42
                                    

¡ESTOY VIVA!

advertencia: menciones de parto, sangre y enfermedades.

**

Buscar una cura es, para su nula sorpresa, extremadamente dificil.

Alicent no ha dormido una noche completa en días, dividiendo su tiempo entre cuidar a sus hijos enfermos, a su esposa enferma y buscar una cura.

La enfermedad no ha cesado, de hecho, ha comenzado a causar muertos, sobre todo en las ciudades sobre pobladas y pobres, como Flea Bottom. Sorprendentemente, no ha llegado a Oldtwon. Ormund, quien esta a cargo de la ciudad en ausencia de su padre, ha cerrado los muros de ella a tiempo, y los ciudadanos allí viven saludables y casi ajenos a la ola de terror que se cierne sobre el reino.

Aún no ha habido ninguna muerte “importante” según su tío en la capital, lo que Alicent logra traducir a que ningún noble ha muerto aún. Pero tanto el rey como la reina y sus hijos han enfermado, al igual que el resto de la familia real.

“Si Aegon no ha enfermado, es de suma importancia, mi querida sobrina, que no lo haga. Debes resguardarlo tanto como puedas, y de ser necesario, envíalo en su dragón a Oldtown.”

Por supuesto, Alicent no envió a Aegon lejos. La partida de uno solo de sus hijos fue suficiente para dejarla débil y vagando por los oscuros pasillos de la fortaleza, enviar a su primogénito a la otra punta del reino la despojaría de la poca cordura que le queda.

Ademas, Aegon no querría irse, ella lo sabe.

El joven príncipe ha sido su pilar. Con sus cortos trece onomásticos, ha calzado en su lugar como futuro príncipe de Dragonstone a la perfección. Comanda a los sirvientes con mano dura, pero no grosera o tirana. Se asegura que sus hermanos continúen siendo educados, y a menudo se ofrece a ser él quien lleve sus comidas a Luke y Jace, ya que los sirvientes que aún no han enfermado temen hacerlo.

También escapa por las noches y sobre vuela el pequeño pueblo en su dragón, lo suficiente cerca para que los lugareños lo vean, pero los suficientemente alto como para no causar terror.

El joven, junto a sus dos hermanos aprovechan su extraña inmunidad para, bajo estrecha vigilancia y gran preocupación de Alicent, pasear por el pueblo, y asistir a los enfermos.

Príncipes y princesa del reino, de hecho.

Alicent parpadea, intentando volver a concentrarse en la pila de libros frente a ella. Ha leído más libros en una semana que en toda su vida y en ninguno a encontrado una solución factible para la fiebre.

Ahora, bien. Alicent no ha sido entrenada en la Ciudadela, pero ella ha crecido en Oldtwon durante una buena parte de su vida, y como cualquier Hightower, ha sido estrictamente entrenada para afrontar cualquier situación que se le presente, enfermedades y heridas incluidas.

Uno de los libros llama su atención, de forma extraña y casi alarmante. Alicent se siente atraída hacia él. Al tomarlo nota que es tan antiguo que su cubierta esta hecha trizas.

Uno de los libros que Ormund envío, al parecer.

Se detiene abruptamente al abrirlo, las viejas paginas estan amarillentas, rotas y… vacías.

Lo voltea y lo vuelve a voltear. Nada.

Frustrada, lo estrella contra su escritorio y le da un fuerte golpe con su puño, ya dispuesta a escribirle una carta en reprimenda a su primo.

¿Cómo se atreve, en una situación tan sería, a gastarle una broma como esta?

El pergamino en su mano cae silenciosamente al piso. Alicent esta anonadada.

Ante ella, cientos y cientos de palabras y todo tipo de extraños gráficos aparecen frente a ella.
De un segundo al otro, el libro ya no esta vacío.

Todo el aire abandona los pulmones de Alicent ante el hallazgo. Lo cuál ella misma considera ridículo.

Su esposa monta un dragón, al igual que todos sus hijos, que han sido concebidos a través de magia, y ella se asombra de palabras apareciendo en un libro. Ridículo.

Respira profundamente antes de tomar, con cautela el libro en sus manos y comenzar a ojear las páginas, temiendo que los escritos desaparezcan de un momento al otro, tal como aparecieron.

Pero las palabras no desaparecen, al contrario, continúan develándose ante ella.

El idioma es extraño, ninguno que ella haya oído o visto antes. Pero, para su propia sorpresa, Alicent es perfectamente capaz de entenderlo.

El libro contiene toda clase de recetas y extraños conjuros que obligan a Alicent a sujetar fuertemente la estrella que cuelga de su cuello. Con extrañeza, nota que un punto en común, tanto en tónicos como en conjuros, es el uso de agua salada.

Directamente del  mar.
El libro hace énfasis en el uso de agua marina.

Y, quizá Alicent se esta volviendo loca, o finalmente ha sucumbido a la enfermedad, pero el libro comienza a derramar agua. Las amarillentas paginas en sus manos supuran agua.

Con curiosidad, la princesa lleva sus dedos a sus labios y apenas es capaz de tocarlos con su lengua antes de fruncir el ceño. Agua salada. El libro supura agua del mar.

Alicent suelta el tomo cuando un dolor repentino en su cuello la obliga a llevar sus manos a su punto de pulso. Lo que siente allí la sorprende y la horroriza a la vez. Su piel se ha abierto, como si alguien hubiera cortado repetidas veces su carne, pero no siente sangre supurar de las heridas; solo para asegurarse, voltea su cabeza para observar sus manos, solo para caer hacia atrás ante lo que ve.

Una extraña piel ha crecido entre sus dedos, uniéndolos.

Se acurruca sobre si misma en el frio suelo de piedra, rogando a los dioses que la tomen, pero que no la conviertan en un monstruo.

Esta tan inmersa en sus ruegos y llanto que no nota la puerta abriéndose.

“¿Madre?” Aegon pregunta, la agitación en su voz distrae a Alicent de inmediato. “Luke… él no despierta.”

**

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 27 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Antigua ley, nueva historia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora