Rhaenyra II

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buenas! una actualización temprano, raro en mi jaja
advertencia: descripción de sangre, escena sexual (aunque no realmente)
espero que lo disfruten!


La princesa no podía creer lo que oían sus oídos.

Su padre se casaría nuevamente. Con Laena Velaryon.

Planeó casarme, antes del final de la primavera, con Lady Laena Velayon. Había sentenciado el rey.

Al parecer, Corlys Velaryon había tomado ventaja del regreso temprano de su padre de Dragonstone para llenar su cabeza con ideas sobre matrimonio y “herederos de repuesto”.

La sola idea de esta boda revolvía su estomago.

Laena, quien solo había vivido por catorce años, una niña incluso más joven que ella misma.

Rhaenyra había dejado la sala del consejo furiosa, la estela de ira que dejo atrás podía compararse con el viento que sacude un dragón con el batir de sus alas.

Los gritos de su padre, clamando por ella resonaban en sus oídos mientras su mente daba vueltas y no dejaba de repetir las odiosas palabras en su cabeza.

Planeó casarme, antes del final de la primavera, con Lady Laena Velayon.

Alicent se lo había advertido, y ella no escucho. O mejor dicho, escuchó y arremetió contra su esposa.


"Padre ha escrito desde King’s Landing, el rey ha llegado a salvo y se ha estado reuniendo con los Velaryon." Había relatado su esposa mientras rompían su ayuno durante su estadía en Dragonstone. "Mi padre… él dice que Lord Corlys y la princesa Rhaenys planean que el rey se case de nuevo, con Lady Laena, al parecer, quieren que ella le de un hijo que te suplante como heredera." Rhaenyra no había oído, o se había negado a oír el miedo o la urgencia en la voz de Alicent, solo oyó, lo que ella consideró en su momento, viles mentiras destinadas a manchar el nombre de miembros de su familia. Si bien su relación con la Serpiente Marina y la Reina que nunca era distante, el cariño que le tenía a sus primos la hizo arremeter contra su esposa.
Ella se pasó el día despotricando sobre como Otto Hightower solo quería envenenarlas a ambas porque odiaba la idea de su matrimonio. Alicent no le dirigió palabra alguna por dos días.


Planeó casarme, antes del final de la primavera, con Lady Laena Velayon.

Esto, esto era por que había sufrido su primer pelea matrimonial. Y todo para que los temores de Alicent sean confirmados.

Y los de Rhaenyra surgieran a la superficie. Si Laena engendraba un hijo varón, el reino se inclinaría a aceptarlo como heredero, por ser hombre y porque no vivirían en duda de si podría ofrecer descendencia a la corona.

A menos…

A menos que el ritual haya funcionado y Alicent diera a luz a un niño sano primero. Eso sin dudas ayudaría a desestabilizar los planes de los Velaryon y sus aliados.


[La sangre que guarde la antigua magia deberá ser esparcida en el vientre fértil que cargará el fruto de la unión, puesto que la sangre del pacto corre más fuerte y espesa que el dulce agua del vientre.] Se leía en las amarillentas paginas del viejo libro. Alicent tendría que ser la que cargara al bebé, el ritual no funcionaría de otra forma. Si era la sangre Hightower la que manchaba su propio   vientre durante el ritual, este se volvería inhóspito para el bebé, o para cualquier bebé que ella podría tener en un futuro.
Así que lo hicieron.
Al concluir la boda, esperaron a que la fortaleza descansará para que Alicent preparará la habitación y Rhaenyra cargará una antorcha desde la playa, donde Syrax descansaba, hasta su habitación, la antorcha ardía con el fuego de dragón, y con ella encendió las velas que rodeaban a la cama.
Alicent, de rodillas en un rincón, un una solitaria vela frente a ella, sujetaba fuertemente su collar de la Estrella de Siete Puntas y oraba.
“¿Qué haces?” Preguntó suavemente.
“Oro. Ruego por perdón por lo que vamos a hacer y pido para que sus bendiciones caigan sobre nosotros y nos ayuden a concebir.” Respondió Alicent con sus ojos aún cerrados.
Rhaenyra quería decirle que no debía pedir por ningún perdón, que no necesitaba ninguna bendición, pero, por el bien de esta noche, se guardo sus opiniones.
Lentamente se acerco y extendió la mano, Alicent, aunque dubitativa, la tomo.
Juntas se acercaron a la cama, sonde la daga de Aegon las esperaba.
Suavemente la princesa ayudo a su esposa a despojarse de su bat y a acostarse de espaldas en la cama. Ambas sonrojadas y nerviosas por la posición en la que se encontraban.
Alicent, con su ligero camisón levantado por encima de su vientre, su parte inferior completamente al descubierto, y Rhaenyra, parada al borde de la cama, contemplando a su amiga.
La princesa aguardo un momento, hasta que oyó a Syrax rugir a lo lejos. Entonces, con la daga en su mano, hizo un corte largo y limpio en su palma, luego, pasó su mano con la herida abierta, sobre una vela.
Meleys, jaesa hen fertility, nyke, Rhaenyra Targārien, commend nykēla naejot ao, se iepagon aōha blessing naejot conceive nykeā prince isse bisa womb ilagontan hen gō ao.*” Murmuró mientras esparcía su sangre por el vientre de Alicent. Luego suavemente tomo las piernas de su esposa y las separó, coloco su mano para que su sangre se derramará sobre el suave montículo entre las firmes piernas de la joven.
Esta era la parte final del ritual, la que Rhaenyra sabía que cambiaría su relación para siempre.
Rhaenyra dirigió uno de sus dedos ensangrentados y suavemente lo introdujo en Alicent.
“Nyra… Quema.” Gimió.
“Lo se, tiene que.” Murmuró mientras acariciaba el cabello de su esposa con su mano libre.
“Quitalo, por favor, arde mucho.” Rogó la niña.
Rhaenyra dirigió la mirada a la vela por la que había pasado su mano herida, esta estaba consumida casi por completo, a diferencia de las demás, que permanecían practicamente intactas. Era la señal de que el ritual había terminado.
Lentamente retiro su dedo del interior de Alicent y las cubrió a ambas con una manta.
Su amiga se había visto claramente afectada por lo sucedido y ante la incomodidad, Rhaenyra decidió que era mejor alejarse un poco, pero siquiera llego a moverse una en la cama que Alicent la estaba tomando de la mano.
“No.” Susurró. “Por favor, quedate.”
Ante la suplica, la princesa no pudo hacer nada más que asentir, acomodándose con su espalda firmemente plantada en el colchón de plumas, abrió su brazo, señal que su esposa aceptó gustosa, posando su cabeza contra su pecho.
Contrario a lo que había creído, Rhaenyra durmió mejor que en toda su vida.

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