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—¡Aquí está mi amigo Jisung!

—Déjenme...

—¿Por qué? ¿No te agrado? —le apreta fuerte las mejillas—

Jisung simplemente bajó la cabeza, cansado de vivir siempre por lo mismo. Esperando que no le quitaran los libros escolares como la última vez.

—Oh... La bolita de grasa se nos puso triste, ¿Por qué eres tan brusco, Minho? —habla con un tono burlesco—

—Ah, no pasa nada. ¿Cierto, Han? —ríe y le quita la mochila— Veamos, ¿Qué nos traes de comer?

El chico con sobrepeso estaba acostumbrado a aquello, que le quiten su comida y dinero. Pero por más que intentara defenderse, nadie le hacía caso y era débil.

—¿Qué es esto, por Dios? —asqueado—

—Responde, Jisung. ¿Ahora estás mudo? —le habla MinHo—

—No... —niega—

—¿No qué?

—Esto está lleno de grasa. Con razón estás gordo

Y es que con sobrepeso, las cosas son muy dolorosas. Sobre todo cuando te humillan por algo que es genérico y va en tu sangre.

—¿Qué es? —le quita la lonchera para ver— Iugh...

Ni siquiera cerró la fuerte de comida y la metió a la mochila. Un sin vergüenza

—Ups... Se me olvidó cerrarla

Han, ya cansado y dolido, le arrebata su mochila, alejándose lo más rápido que pudo y soltando lágrimas a pesar de estar agradecido por no haber recibido golpes como el día anterior.

No quería llegar a casa, no quería que nadie le viese sus hematomas que por cierto seguían allí, a la vista de todos. Su única opción era taparse con su cabello o mirando al suelo.

[Poco más de un año después de la graduación]

Nunca imaginó verle así. Ni siquiera a él se le ocurrió dejarlo en ese estado alguna vez.

—Jisung, háblame, por favor

—T-te vas a burlar...

—No, no lo haré. Mírate cómo te dejaron

—Como una porquería...

—Vamos, te iré a dejar a tu casa —intenta levantarlo—

—¡No! Por favor no, a mi casa no...

—¿Por qué?

—T-tengo miedo

—Te llevaré a mi casa entonces. Vamos

—¡Ah! C-con cuidado. Me duele... Mucho

—¿Qué te duele?

—N-no puedo caminar

Y sin decir nada, MinHo lo llevó en sus brazos hasta su auto

—Sé cuidadoso por favor... M-me duele demasiado —soltando lágrimas—

Y el camino hasta la casa de MinHo, fue un silencio incómodo, porque MinHo supo a qué se refería.

En manos ajenas [Minsung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora