XV

16 0 0
                                    

Minho se arma de valor y, estando completamente consciente de las personas que habían, toma un pedazo de vidrio y va al exterior.

Busca alguna zona donde pueda hacer contraluz con el sol, encontrando sólo una escalera al segundo piso.

Con el vidrio en mano, trata de llevar la luz a donde estaba Mark, deseando que él lo viera.

—Idiota, ¿no tomas atención? —refunfuña—

Baja de la escalera y, mirando tras suyo, corre hacia donde estaba su amigo. Al llegar, mira a Mark completamente relajado tapando sus ojos con su antebrazo, aprovechando la sombra que el pasto produce por su altura.

—¿Terminaste tu siesta? —sarcástico— Levántate, ya sé dónde dejarlo.

—¿No hay personas? —dice levantándose—

—Sí hay, pero escuché sus horarios. Creo que se irán dentro de unos minutos. De aquí a llegar con este viejo, el lugar está vacío.

Una vez que dejaron a Kang en su nuevo sitio, MinHo decide explorar un poco más la viña.

—¿Estás seguro que este lugar es el ideal?

—No, pero es lo único que tenemos por ahora.

—Mmm... Supongo que está bien.

—Iré a buscar a Taehyung.

—¿Y yo?

—Te quedarás acá hasta que regresemos. Trata de no hacer ruido.

Mark asiente, mirando a Minho con algo de miedo. Quizá era demasiado cobarde como para estar cerca de Kang.

Jisung salía del baño cuando vió a la abuela parada mirando hacia la cocina. La observó por unos segundos y ella no se movía, asustando al chico.

Él da un paso con lentitud, curioso del por qué la abuela estaba de esa manera. Esta misma suspira y voltea, saludando a Jisung de paso.

—Abuela, ¿pasa algo?

—¿Tienes tiempo para hablar?

—Mm, claro.

—Toma asiento...

Jisung estaba algo temeroso. Quizá la abuela iba a preguntarle sobre Minho. O peor aún, estaría sospechando de su relación.

—Jisung, mi niño —comienza tomándole la mano por sobre la mesa— ¿Son ciertos los rumores sobre lo que te pasó con ese hombre?

Jisung traga saliva, tardando unos segundos en contestar. No esperaba que la abuela fuera tan directa.

—Sí, abuela... Lo son —cabizbajo—

—sonríe levemente, soltándolo— Te entiendo perfectamente, ¿sabes?

Por un momento, Jisung tuvo el presentimiento de que la abuela había vivido o presenciado algo similar.

—¿A qué se refiere?

—Cuando pequeña, un hombre hizo lo mismo conmigo. La diferencia es que, no me golpeó como a ti.

Jisung se sorprende con lo que ella le acababa de confesar. Nunca imaginó que a la abuela le habría pasado aquello. Quizá por eso estaba tan extraña hace unos momentos.

Tenía la sensación de que sería la única adulta que empatizaría con él.

—Es lo peor que te puede suceder. Pero no te preocupes demasiado. Nunca más volví a verlo una vez que le conté a mi madre... Siempre éramos nosotras las mujeres que vivían esto. Nunca imaginé que le harían eso a un joven como tú. ¡Qué cabeza sucia la de ese hombre! Los hombres a veces van vestidos de caballeros pero es el mismo traje que viste el diablo.

Jisung tenía miedo de que la abuela mencionara a las personas como él. Tal vez le empatizaba sólo porque lo conocía de antes y era "amigo" de Minho.

—toma un suspiro— Debes entender, que todas las personas te dan una lección. Unas más dañinas que el resto. Sin embargo, depente de ti seguir adelante.

No comprendía bien el objetivo de sus palabras. Pero ya suponía que no se trataba de Minho y la estadía repentina en su casa.

—Yo cometí el error de prohibirle muchas cosas a mi hija, la madre de Minho. Doy gracias a Dios que pude darme cuenta de mi error.

—intrigado— ¿Qué fue lo que pasó?

—Ella fue la segunda. Mi primera hija fue abusada y asesinada por un supuesto amigo de mi amiga. De aquel entonces comencé a desconfiar de las personas. Las mujeres también son brujas disfrazadas de dama.

¿Acaso la maldad y el odio venían de hace siglos? Jisung se acomodó más a gusto para escuchar a la abuela.

—Intenté protegerla, sin darme cuenta que estaba ahogándola con mis restricciones. Hubo un día que le prohibí usar prendas superiores de manga corta. Simplemente se escapó.

Era probable que por eso Minho era rebelde en la escuela. Jisung antes de sufrir de sus abusos, podía ver lo frío y desinteresado que era Minho con el resto de sus compañeros.

Seguramente lo heredó de su madre.

—Intenté resolverlo, pero solo me ocultaba sus cosas y hacía todo a escondidas. Creció y tuvo a Minho. Yo siempre la apoyé con él. Tener un bebé no es fácil. Pero un día, cuando Minho tenía dos años, simplemente se fue.

—¿Abandonó a Minho?

—asiente— Me sorprendió que el padre de Minho siempre estuvo con él. A mí, mi padre me abandonó por ser mujer y, es común que los padres abandonen a sus hijos. No la madre... Ambos lo criamos, aunque siempre estuvo a mi cuidado. Cuando Minho ya tenía uso de razón y conocía lo bueno y lo malo, su padré decidió rehacer su vida. No sé qué conversaron, pero Minho se veía triste y a la vez tranquilo.

—¿Minho siempre supo que su madre lo abandonó?

—Sí. Aprendí que ocultar las cosas es lo peor, y aunque la verdad duela, es lo correcto.

Nunca creyó que Minho había crecido sin su madre. Y Jisung, lo que más deseaba era estar cerca de la suya.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 04 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

En manos ajenas [Minsung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora