Capítulo 13

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Capítulo XIII

          ―No entiendo por qué se tarda tanto en elegir una

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―No entiendo por qué se tarda tanto en elegir una. ―Dijo Mite, parecía hastiada.

Negué con la cabeza viendo fijamente cada una de las armaduras que tenía en frente. Debía elegir una para llevarla al torneo. Era curioso como eligiendo vestidos solo me había tardado dos minutos y para elegir la armadura llevaba ya treinta.

―No lo entiendes. ―le dije dolida.

―La verdad es que no lo hago. Solo es una armadura, puede elegir cualquiera, todas las que tiene son muy... ―se quedó callada al no saber cómo describirlas.

La verdad tenía una mínima idea de la que deseaba, me estaba debatiendo entre Pisten, la armadura dorada con incrustaciones celestes que la abuela me había regalado, o en Chiren, la armadura de plata curtida que Solt me había mandado a hacer exclusivamente para mí. Honestamente deseaba usar a Chiren, era bella y tenia de las mejores resistencias que se podía pedir, además que el alma que tenía dentro era muy divertida. Podía recordar con cariño como Solt me había llevado a una tienda de almas a buscar la que yo deseaba para mi armadura. Pero usar a Chiren no sería buena idea, por todo lo que había acontecido con Solt.

―Mejor llévese a Pisten, esa se la dio su abuela. ―dijo tratando de terminar con mi indecisión.

Guardé silencio, lo más probable era que le terminaría haciendo caso. Mientras evaluaba mis opciones escuché junto a la ventana el canto de un pájaro. Yo reconocía ese canto. Lo había oído muchas veces.

―Ese sonido. ―murmuré en voz baja.

―Nunca había oído nada así, que trinar más extraño. ―comentó mientras se llevaba una mano al rostro.

―Mite, ve a guardar el resto del equipaje. Yo me encargo de esto. ―ordené.

Ella salió de la habitación complacida por ser libre de mis desvaríos. Al estar sola fui a la ventana y la abrí permitiendo así que una pequeña ave entrara por ella. Esa ave comenzó a transformarse en un ser alto y delgado. Poco a poco se comenzó a notar la silueta de Marmota, estaba de espaldas a mí.

―Te has tardado, ya casi me voy. ―le dije a modo de reclamo.

―No seas dramática. ―dijo mientras su transformación terminaba. ―Todavía te quedan tres horas antes de partir hacia Shade.

Gruñí. Fui a la cómoda en busca del pañuelo que Callahan me había dado para que se lo entregara. Lo tomé y lo escondí detrás de la espalda, aún no sabía cuál sería su reacción. No quería dar nada por sentado. Al girarme hacia él vi su rostro cubierto por esa mascara narizona, recordé que nunca había visto su rostro.

―Tengo que decirte algo. ―llamé su atención. ―Ya sé quienes robaron tu trabajo.

Chasqueó la lengua.

DESCENSO  (Balada de los Hijos de la Luna, Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora