Capítulo XV
La cacería había llegado a su final. La familia Belssing había obtenido un sólido primer lugar con un total de trece presas grandes y siete pequeñas. Según se comentaba, Unai y Astrid habían empezado una riña que las llevó a alejarse un poco de la caballería y a cazar por sí mismas, dejando a Audri al mando. Los Altruin comandados por Ilenko obtuvieron un segundo lugar y el tercero fue ocupado por una de las caballerías comandadas por los elfos.
Para mi absoluta desgracia solo pude obtener un denigrante cuarto lugar que no asombró a nadie.
Los Binturis resultaron dejar bástate que desear en la caza, y para sorpresa de todos, aparecieron con peces como presas. Fue todo un espectáculo. La caballería de los Ivonka provocó muchas habladurías, lo que de cierta forma opacó todo lo demás sucedido. Debido al notable fracaso de su nieto, la reina Athea tenía una expresión de puro fastidio durante la entrega de honores mientras que mi abuela se mostraba sumamente satisfecha, aunque algo enojada con la actitud de Unai y Astrid.
Durante la entrega de honores pude ver por poco tiempo a Alétheia y hablar con ella. Si bien trató de quitarle importancia a su desmayo pude ver el miedo en sus ojos, algo estaba atormentándola. Intenté hacer que de alguna forma de sintiera en confianza pero su hermano apareció de la nada e interrumpió nuestra conversación alejándola de mí. No consideraba a Alétheia un peligro sino alguien a quien se debía proteger.
Luego de finalizada la segunda luna de la cacería, y conociendo que había perdido de una forma muy absoluta mi apuesta contra Callahan, traté de desaparecerme un poco. No quería hablar con nadie conocido, menos con Unai, que no dejaba de molestarme. Por ello me dediqué a caminar por las áreas del campamento que no estaban ocupadas por los sempiternos sino por otras razas.
Caminando sin rumbo terminé en una zona donde las carpas eran diferentes a las demás y los estandartes eran banderas que en el centro tenían un corazón atravesado por una espada.
«Curioso»
Pensé, nunca había visto una forma de comportarse así, el lugar era muy desordenado pero repleto de cosas brillantes. Los Binturis parecían amar mucho el oro y las joyas, hasta ese momento no había visto a ninguno de ellos no llevar algo valioso, o por lo menos brillante, encima.
Había notado que la mayoría trenzaba su cabello, y usaban ropas muy tapadas, casi como si no estuvieran acostumbrados al frio clima de Partenos.
Mientras buscaba una salida de la zona binturi, escuché un sonido que me llamó la atención, fue como un estruendo, seguido escuché la voz de alguien a quien conocía muy bien. Curiosa, seguí los continuos golpes y murmullos hasta llegar a una carpa, que ni siquiera tenía la puerta cerrada, dentro de la cual se podía escuchar una serie continua de gemidos y malas palabras.
«No lo hizo. Por favor, que no lo haya hecho»
Miré dentro de la carpa viendo a una muy sudada Unai siendo embestida por un binturi. La sola imagen se me hizo horrible y me obligó a cerrar con fuerza los ojos.
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DESCENSO (Balada de los Hijos de la Luna, Libro I)
FantasyEn un mundo donde los encantos se entrelazan con las traiciones y el deseo arde como un fuego inextinguible, se desenvuelve la saga de los Sempiternos: seres de una belleza sobrecogedora, condenados a una perdición inevitable. Rubí, nieta de la Mona...