Capítulo XVII
La cabeza me palpitaba con fuerza, era un dolor tan intensó que los ojos se me cerraban solos y mi expresión se contraía. Estaba en un prado verde que no parecía tener fin, cuando podía habría los ojos intentando encontrar algo, lo que fuera, pero no había nada, hasta que repentinamente llegó el blanco, representado por hermosos dientes de león, y luego, en un rincón alejado, una cabaña. A lo lejos, vi la silueta de alguien, de pie, girando y girando alrededor de una fogata, y junto a esa silueta, otra, sentada sobre un tronco con algo en las manos. Ninguno de los dos tenía rostro pero se sentían familiares.
Intenté acercarme a ellos, gritarles para que me vieran. Mi voz no les llegaba y mientras más intentaba acercarme a la cabaña más lejos me sentía.
Desesperada al ver que no podía moverme, traté de correr, correr y correr, pero no pude, caí al suelo y unas negras enredaderas comenzaron a ahogarme y hundirme bajo la tierra. Traté de gritar, pedirles ayuda, pero la voz no me salía. Cansada, dejé de luchar.
―¿Me pregunto que asuntos tendrás con nosotros para irrumpir aquí? ―preguntó una suave voz.
Escuché una risa, y un nombre que no pude registrar. Y luego, la oscuridad.
Me desperté sudando, con el corazón palpitándome con fuerza en el pecho, y con un fuerte dolor de cabeza que amenazaba con enloquecerme.
―¿Un diente de león? ―Murmuré para mí misma, creía haber visto uno recientemente.
A lo lejos podía escuchar ruido, botas metálicas chocando contra la tierra y chapoteando en el agua, muchos murmullos y uno que otro grito. Pese a ello, me negaba a abrir los ojos, estaba cansada.
―Princesa. Princesa por favor despierte.
Solté un bufido ante esa impertinente voz, me giré sobre mi misma en la cama y decidí ignorarla. Mas no paso mucho para que unas frías manos tocaran mi cuerpo e intentaran sacudirme.
―Yo la despierto, puedes irte. ―dijo una voz muy familiar.
Sentí como la cama se hundía a mi lado y abrí un poco los ojos, me encontré con el rostro de Audri a dos palmos del mío, le sonreí pero él no parecía estar de humor para devolverme el gesto.
ESTÁS LEYENDO
DESCENSO (Balada de los Hijos de la Luna, Libro I)
FantasyEn un mundo donde los encantos se entrelazan con las traiciones y el deseo arde como un fuego inextinguible, se desenvuelve la saga de los Sempiternos: seres de una belleza sobrecogedora, condenados a una perdición inevitable. Rubí, nieta de la Mona...