El corazón quiere lo que quiere ┃JENLISA

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Sé que estoy en un hospital, que me han operado, que estoy bien. También sé que Jennie y Buckie están bien. He sido vagamente consciente de su presencia en algún otro tiempo y espacio, y saber que está ahí me ayuda a aliviar parte de mi miedo. Creo que es ella quien me ha dicho todas estas cosas, una y otra vez, como si estuviera repitiéndomelas a mí o a sí misma. No lo sé. Lo único que sé con certeza es que me duele tanto que me roba el aliento.

Odio estar tumbada boca arriba, pero cada vez que he intentado moverme y ponerme más cómoda he tenido un doloroso recordatorio de cuán mala idea es. Siento todo el cuerpo como si me hubieran aplastado y el dolor en la cara y la cabeza es como si me hubiera metido en un baño de ácido. Decido de nuevo intentar girar ligeramente para tumbarme sobre la cadera y me doy cuenta inmediatamente de que voy a fracasar y, con un gruñido de frustración e incomodidad, desisto.

"¿Lisa?"

Esta vez no tengo náuseas al abrir el ojo derecho, lo cual es una pequeña victoria. El ojo izquierdo está cerrado y no se abre por más que lo intento. Puedo ver, más o menos, pero sólo por el ojo derecho y no es más que un borroso lío de formas con poca percepción de la profundidad. Siento y oigo a Jennie acercarse.

"Hola", me dice, apretándome suavemente la mano. " Hey, cariño. Soy yo. Estás bien. Todo está bien y estamos a salvo". Las palabras resuenan como un recuerdo de cosas que le he dicho antes. Su tacto sube por mi brazo. "¿Cómo te sientes?"

Pongo a prueba mi voz, que antes, cuando hablé con los médicos, no era muy segura. Esta vez es un poco más suave, pero sigue siendo gruesa y áspera, y siento la lengua demasiado pesada para mi boca. " Como si un puto incel me hubiera disparado en la cara, me hubiera roto la nariz, una costilla y dos dedos". Vuelvo a cerrar el ojo. El movimiento va acompañado de un dolor agudo que me atraviesa el cráneo.

"Qué raro". Hay una pequeña sonrisa en su voz. Se lleva mi mano a la boca y me besa la base de los dedos y el pulgar. "Porque eso es exactamente lo que te ha pasado, mi amor".

"¿Estás... bien?" Esa pregunta ha estado retumbando en mi cerebro desde el momento en que lo vi por primera vez en su dormitorio. He pensado en ello cuando terminó, mientras me arrastraba por el suelo del dormitorio para intentar encontrarla de nuevo. Pensé en ello mientras intentaba mantenerme consciente. Pensé en ello mientras sentía que me desmayaba. Y pensé en ello en el momento en que recuperé la consciencia.

Hay una larga pausa, pero sé que ella sigue ahí. Finalmente, Jennie murmura: "Lo estaré. No estoy herida. Físicamente".

Por ahora es su respuesta evasiva y sé que ya hablaremos de ello. Pero también sé que no es mentira. Si dice que no está herida, le creo. Hablar con los ojos cerrados me desorienta y vuelvo a abrir el ojo derecho, pero es aún peor que mantener los ojos cerrados. "Lo siento. Quiero mirar tu preciosa cara pero mis ojos no funcionan".

"Lo sé, cariño. No pasa nada."

"¿Cómo está Buckie?" Sé que él también está bien, pero me pregunto si su bienestar es como el de Jennie.

"Lo recogí del veterinario hace un par de días, estaba muy contento de salir de allí". Se ríe en voz baja. "Probablemente preguntándose qué hizo para merecer esa tortura. No tiene heridas ni nada roto. El veterinario dice que sólo tiene hematomas en los tejidos blandos. Parece estar bien, quizá un poco callado pero come bien y ha estado durmiendo conmigo en su cama que está en tu habitación. Creo que te echa de menos".

"Yo también le echo de menos". Inhalo un profundo suspiro cauteloso y suelto otro aún más cauteloso. "Todavía no puedo creer que hiciera eso. Fue increíble. El Buckley protector era un malote". Trago saliva con dificultad, sin saber cómo verbalizar exactamente lo que estoy pensando. Yo no estaría aquí si él no hubiera hecho lo que hizo. Si Jennie no hubiera abierto la puerta para salir o le hubiera dejado entrar o lo que fuera que hubiera hecho.