Capítulo Siete

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- ¿Quieres practicar artes marciales? ¿Ahora?

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- ¿Quieres practicar artes marciales? ¿Ahora?

La suave voz del rubio hizo que el pelinegro dejara por un momento de prestarle atención a la comida, agarro un pequeño trapo y limpio sus manos saliendo de la cocina

- ¡Sí!

Respondio con animado la voz del pelirrojo hizo que el rubio diera un pequeño suspiro nervioso, quizás las clases de defensa personal sirvieran de algo, Chuuya ya iba a entrar a clases en una escuela en donde la mayoría son personas ricas y arrogantes, no iba a permitir que su pequeño hijo llore por un niño

- ¿No sería algo peligroso? Sé que Chuuya practicaba, pero aun así me preocupa

- ¡Voy a estar bien, soy fuerte!

Ambos mayores se miraron por un momento, el rubio se levantó del mueble y se acercó hacia su hijo, dio una sonrisa

- Bien, pero ayúdame a mover los muebles

- ¡Sí!

Ambos ojis zafiros comenzaron a mover algunos muebles para dejar espacio, el pelinegro dio un pequeño suspiro y volvió a adentrarse a la cocina

- Papá Verlaine ¿No te has peleado con Papá Rimbaud?

- ¿Con Rimbaud? Bueno, creo que una vez nos peleamos

- ¡¿En serio?! ¿Y quién ganó?

- Aunque yo sea bueno en pelea cuerpo a cuerpo, Rimbaud es bueno para saber los puntos débiles de su rival, Rimbaud conoce todos mis puntos débiles y yo los de él, si ahora pelearamos otra vez, quizás quedaríamos en empate

- ¡Increíble! ¡Quiero ser igual de fuerte que ustedes!

- Estoy seguro de que lo harás

Y no era de sorprenderse, Verlaine era conocido como un prodigio en las artes marciales, tiene una cinta negra en karate y ni hablar de manejo de pistola, aunque Rimbaud no tenga la misma condición física que él, también era bueno en defensa personal y por un tiempo ayudo a Mori-Sensei fue ahí donde aprendió los puntos débiles de las personas e incluso animales

Cuando el pelinegro dejó de cocinar salió de la cocina secándose las manos y mirando a su esposo e hijo entrenando el rubio, tenía una cola de cabello normal, el pelinegro tenía una pequeña también, se sentó en uno de los sillones movidos mirando a ambos entrenar

Fue hasta que en una patada el menor no supo en donde pateó y pateó en una mesa de madera que rápidamente se rompió asustando y sorprendiendo a ambos padres

- Y-Yo lo siento...

- ¿¡Estás bien?! ¿Te lastimaste? ¿Tienes alguna herida?

Pregunto un poco alterando el pelinegro, levantándose del sillón y acercándose hacia el menor, cargándolo y revisando su pierna, moviéndolo lentamente

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