Capítulo 32

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Capítulo XXXI

          Alétheia había desaparecido, el suelo no dejaba de temblar y Azus no paraba de preguntarme que sucedía como si por mucho que lo cuestionara la respuesta fuera a llegar a mi por arte de magia

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Alétheia había desaparecido, el suelo no dejaba de temblar y Azus no paraba de preguntarme que sucedía como si por mucho que lo cuestionara la respuesta fuera a llegar a mi por arte de magia.

―¡No lo sé! Quieres hacer silencio antes de que te lance por una ventana.

―Bien. ―bufó. ―Vaya actitud, así no resolverás nada.

―Tu tampoco resolverás nada preguntándome. ―Le aclaré. ―Será mejor que regresemos a la sala a ver qué sucede.

―¿No estábamos buscando a Livia?

―Tengo la sensación de que no la voy a encontrar andando sin rumbo, primero debo decirle a la abuela. ―dije con los labios apretados.

A lo lejos una figura se dejó ver, era una sirvienta de la casa y se le veía asustada. Venía corriendo en nuestra dirección.

―¡Ayuda! ―Suplicó.

Azus sacó su espada y antes de que la sirvienta llegara junto a nosotros, se la lanzó, con tanta fuerza que la mujer quedó empalada en la pared del final del pasillo.

―Buen ojo. ―le dije, volví la vista al puñal que había caído al suelo de las ropas de la mujer.

Su ropa estaba manchada con salpicaduras de sangre que no parecían ser suyas.

―Empiezo a preocuparme. ―Comentó él.

Azus fue a por su espada, la sacó del cuerpo haciendo que este callera al suelo, la limpió de un solo movimiento en el aire. Ambos observamos un poco a la mujer, era una sempiterna, no parecía tan mayor, tenía los ojos abiertos y se podía ver que ya no quedaba vida en ellos. La única cosa a destacar fue un tatuaje de tinta roja, que sobresalía de su pecho, y que por curiosidad, examiné.

"¿Dime que estás?"

Solté un suspiro cargado de alivio, observé a Azus, no tenía tiempo de preocuparme porque él descubriera que Callahan y yo podíamos comunicarnos, así que lo ignoré.

―Estoy. ―afirmé.

―¿Qué?

Negué con la cabeza en su dirección.

―Azus está conmigo, estamos en algún lugar del este de la Mansión.

"Bien, no te muevas de ahí, iré a por ti"

Cerré los ojos con fuerza. ―Lo lamento, eso no pasará. Voy a por mi familia

Azus no paraba de observarme como si me hubiera vuelto loca.

DESCENSO  (Balada de los Hijos de la Luna, Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora