Sólo cuando la puerta de la habitación llena de máquinas y enfermeros se cerró fue cuando Rosé cayó en la realidad. Sus piernas empezaron a temblar y su cuerpo cayó al suelo, no podía respirar bien y las lágrimas no paraban de caer.
— Es mi culpa, es mi culpa, es mi culpa... —se repetía una y otra vez en voz baja meciéndose en el piso con la cabeza entre las rodillas.
No podía hacer nada para salvar a su amor, ni siquiera podía sentir un poco de su dolor y no podía aceptarlo. Su cerebro le repetía que ella debería ser quien esté ahí dentro, no Lisa.
Había pasado una hora y aún no tenían ni una sola noticia de Lisa. Una hora en la que los presentes en esa sala de espera no habían hecho nada más que sentir desesperación.
La madre de Lisa se le acercó, arrodillándose frente a ella para finalmente, con una de sus manos, acariciarle la espalda.
— No es tu culpa, no digas eso —murmuró—. Ella va estar bien.
Rosé le dejó ver su rostro, sus ojos completamente rojos al igual que sus mejillas, todo lo que recibió fue un gran abrazo. Se sintió bien en el momento, se sentían parecidos a los de Lisa.
El doctor apareció por la puerta frente a ellas y eso fue suficiente para ponerse de pie y escuchar lo que tenía para decirles.
— ¿Familiares de Lalisa Manobal? —leyó el doctor en su libreta.
— Nosotros —respondieron todos al unísono. Los padres de ambas están ahí y también Jennie y Jisoo.
— La paciente llegó inconsciente y con un brazo casi quebrado. Recibió puntos en el lado lateral de la cabeza y tendrá que usar un yeso varias semanas en lo que sus extremidades se reajustan –explicó detenidamente el doctor— Tiene varias raspaduras en el cuerpo, pero ahora se encuentra estable.
Un gran suspiro se pudo escuchar en la sala. Rosé sintió como sus pulmones se llenaban de aire de nuevo y por fin podía volver a respirar con normalidad.
— ¿Podemos verla?
— Solo dos personas pueden entrar, ella aún sigue dormida y tendrá que permanecer sola en la habitación esta noche.
Le agradecieron y se despidieron del doctor. Rosé estaba ansiosa mirando a los padres de Lisa, necesitaba verla y asegurarse de que era ella quien estaba ahí.
— Rosé, puedes entrar —dijeron, y ella sonrió agradecida—. Lisa no nos lo perdonaría.
Tomó aire y se preparó para entrar.
Se acerca lentamente a la puerta, con el corazón latiendo rápidamente en su pecho. Sus pasos son inseguros, temiendo de lo que está por ver. Abre la puerta y entra con cautela. La habitación está iluminada por una luz tenue, y el suave pitido de las máquinas llenan el ambiente.
Allí, en la cama, está Lisa, frágil y vulnerable. Máquinas monitorean sus signos vitales y la conectan a intrincados aparatos médicos, un yeso cubre su brazo, recordando el impacto del accidente, su rostro muestra signos de dolor y malestar, y sus ojos permanecen cerrados.
El corazón de Rosé se aprieta en un nudo de culpa al ver a Lisa en esa situación. Siente que el peso de la responsabilidad cae sobre sus hombros. Se culpa a sí misma una y otra vez por la discusión que tuvieron, por no haber sido lo suficientemente insistente en mantener a Lisa a salvo.
Con ojos llenos de lágrimas, Rosé se acerca a la cama y toma la mano de Lisa con ternura. Susurra palabras de cariño y disculpas, aunque sabe que Lisa no puede responder en ese momento. La sensación de impotencia es abrumadora, y desearía poder retroceder en el tiempo para cambiar lo que ocurrió.
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Baby Blue Love
FanfictionLisa y Rosé parecen estar destinadas a estar juntas, superando obstáculos y enfrentándose a desafíos juntas mientras su relación se fortalece con cada momento.