nueve

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Pasado

Heeseung esperaba pacientemente en la parada del autobús, sosteniendo un paraguas para intentar refugiarse de las gotas, que aún así caía sobre su ropa. Miraba el cielo gris y suspiraba, anhelando un poco de sol en aquel día lluvioso de diciembre.

No pensaba nada en especifico, tenía una mezcla de pensamientos pasando por su mente al mismo tiempo. Los días en el restaurante se volvían cada vez más pesados, y esto comenzaba a afectarle un poco. Sus calificaciones habían bajado y sus maestros comenzaban a mirarlo con decepción, creándole una presión constante.

Una luz aproximándose lo sacó de su trance, pero resultó ser solo un auto con mucha prisa. Miró a lo lejos, contemplando como las luces de la ciudad brillaban bajo la lluvia, pero sin percibir ninguna señal del autobús. Apretó firmemente el agarre del paraguas, deseando no esperar mucho tiempo más.

Entonces sintió que alguien tocaba su espalda. Volteó desconcertado encontrándose con un rostro familiar que hizo que su corazón se acelerara y su rostro se iluminara con una cálida sonrisa.

—Hola—. Heeseung sonrió dulcemente, acercándose hasta juntar sus labios con los de Jake, quien no pudo evitar sonreír en respuesta, terminando el beso con unos cuantos piquitos en su rostro.

—¿Qué haces por aquí?— preguntó Heeseung con curiosidad.

—Vine por unas cosas que necesito para mi clase de mañana, pero pasé y te vi aquí solo ¿vas al restaurante?

—No. El clima está terrible, muy poca gente va en días así y el señor Park nos dio la noche libre.

—¡Genial! También me tomaré un descanso esta noche.

—¿Acaso estoy soñando o algo así? ¿Tendremos un día libre?— dijo Heeseung, esperanzado.

—Al parecer tendremos un día libre.

Jake miró hacia la calle viendo que el autobús se aproximaba. Le extendió una mano a Heeseung y ambos subieron al transporte una vez este se detuvo.

No siempre ocurría, pero a Jake le gustaba cuando pasaba esto. Podía sentarse junto a su novio y mirar el camino de regreso a casa. Las pequeñas gotas chocando contra el cristal, los edificios altos y las calles iluminadas, todo eso le transmitía un sentimiento de paz difícil de explicar.

Tomó la mano de Heeseung al sentirla cerca de la suya, y se permitió acomodar su cabeza en el hombro de su novio. Era perfecto, el aroma de la lluvia y el suave roce de sus manos entrelazadas se encargaban de crear una conexión especial entre ellos.

Al llegar al edificio, la lluvia seguía con mayor intensidad. Subieron hasta su apartamento y Jake fue el primero en entrar mientras Heeseung aún se quitaba los zapatos.

Presionó el interruptor de la luz, llevándose una sorpresa al notar que no sucedía nada, todo seguía igual de oscuro. Lo presionó una vez más preguntándose qué podría estar ocurriendo.

—Hee, creo que el interruptor se averió— dijo confundido.

—Oh, no—. Heeseung se acercó hasta él, entendiendo lo que ocurría. —No, está bien.

—Pero... ¿por qué no funciona?— Jake seguía presionando el interruptor repetidas veces, como si en uno de sus intentos fueran a encenderse mágicamente las luces de la sala.

—Jake, creo que olvidé pagar el recibo de este mes— soltó sin más.

—Oh—. Detuvo sus intentos con aquel botón.

—Lo siento— Heeseung sentía un poco de culpabilidad, esta podría haber sido una agradable noche de películas como las que nunca tienen. De no ser porque estuvo lo suficientemente ocupado como para olvidar que le había dicho a su novio que él se encargaría de pagar los servicios básicos. Ahora llovía a mares, estaban a oscuras y ni siquiera tenían calefacción. —Si quieres puedo...

save me a seat | heejakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora