Capitulo 11. Nemeton (Parte 1)

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Hacía mucho frío, podía ver como mi aliento se cristalizaba, en teoría a los hombres lobo no nos afecta este tipo de cosas, el clima era irrelevante porque nuestra sangre nos mantenía calientes (en un buen sentido), pero en esta ocasión la regla no aplicaba.

Caminaba por un sendero de hojas secas, el lodo envolvía mis pies volviéndolos más pesados, me abrazaba en un intento fallido de entrar en calor, mis pulmones no podían procesar lo denso que el aire estaba. Incluso los árboles amenazaban con matarme, pues ramas espinosas crecían sin control por mi camino, me regalaban profundos cortes que manchaban mi piel de un color escarlata acompañado de un insoportable dolor.

Nada de eso me importaba porque debía llegar a mi destino.

Visualicé el Nemeton a lo lejos, papá continuaba en llamas en él, a pesar del frío corrí con las fuerzas que me quedaban mientras extendía mi mano para sacarlo de ahí. Intenté llamarlo, pero no tenía voz.

Estaba por llegar a papá cuando desperté, estaba en los asientos posteriores del auto de Stiles.

Todo había sido un "sueño", otra vez.

- ¿Eli, estás bien? - preguntó Stiles desde el asiento del conductor.

- Sí - me quité el cabello del rostro - cada vez son más realistas, esta vez casi me ahogo con la niebla -

- Eso es bueno, ósea, no que te ahogues, sino que sean realistas, Derek sigue ahí -

- Y por eso debemos darnos prisa, no sé cuanto tiempo resistirá estar en ese lugar -

- Derek es con diferencia el hombre más fuerte que conozco, créeme resistirá el tiempo que sea necesario, además por eso estamos aquí... vamos cachorro, nos están esperando - ambos bajamos del auto.

Estos sueños o "encuentros" con papá, como los empezamos a llamar, tenían una razón de existir, confirmar que él estaba con vida.

Cada vez, cada maldita vez, que estaba por llegar a él y sacarlo de las llamas (o mínimo intentarlo), me despertaba sudando, algunas veces en la cama con mis colmillos fuera, otras en la cocina o la sala con los ojos brillando, una vez llegué al patio de la casa e incluso de alguna manera encontré el lugar donde papá y yo entrenábamos para despertar mis poderes, actividad que parece sucedió hace eones.

En cada ocasión en las que despertaba con el corazón a punto de salirme del pecho, Stiles estaba junto a mí, rara vez con pijama, ya que debido a su TDAH dormir a plenitud era una actividad de la cual no disfrutara con frecuencia. Tomaba pastillas de melatonina para poder descansar de vez en cuando, pero estoy seguro de que también era para despistar a su mente de la ausencia de papá.

Stiles siempre lograba ayudarme, siempre me calmaba a base de ejercicios que aprendió de sus múltiples ataques de pánico cuando era joven, no estábamos exactamente en la misma situación, porque él empezó a sufrir ataques desde la muerte de su mamá y yo desde que murió papá... Bueno... eso era una semejanza, pero yo los sufría porque mi papá se comunicaba conmigo, creo. Últimamente me costaba distinguir lo que en realidad sentía. El punto es que dichos ejercicios eran de gran ayuda para calmar a mi lobo, él cual se inquietaba después de cada sueño, escalando su ansiedad de muy mala manera.

¿La solución?

Que papá regresara de donde quiera que esté.

Lo primero que hicimos fue intentar traerlo de la misma forma en la que Allison resucitó, seguimos los mismos pasos que Scott, Lidia y Malia hicieron, pero no funcionó, papá no estaba en el Bardo y la única forma para verlo era en mis sueños.

Por suerte Stiles tenía contactos en lugares muy remotos del país, aliados que hizo desde que tenía mi edad.

Resulta que hace años, mientras seguía estudiando en la academia del FBI y continuaba la lucha contra Monroe. Stiles y la manada viajaron por todo el país para ayudar a cada uno de los seres sobrenaturales que los necesitaran para combatir a esa desquiciada.

Promesa de un padreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora