Capitulo 3 - Familia

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- Así que Finstock aún no te deja jugar – 

- Dice que solo lo arruinaré –

- No le hagas caso, ya tendrás tu oportunidad – sorbió su café – lo mismo me decía a mí y... bueno tenía razón, pero tuve mis buenos momentos y eso es lo que en verdad importa – reímos.

La mañana siguiente a la llegada de Stiles empezó muy bien, a lo mucho llevaba unas dieciséis horas aquí, pero no lo parecía, era como si toda su vida hubiera estado con nosotros en esta casa. Lo cual tenía sentido considerando que cada vez que podía regresaba al pueblo y pasaba tiempo con papá y conmigo, o con su padre, el sheriff.

Incluso había fechas especiales, como navidad o año nuevo donde todos nos reuníamos en casa de Noah, era lo que papá salía llamar manada, un grupo de personas con las cuales creas lazos de alma al convivir con ellas, o así lo interpretaba yo.

- ¿Más café? – preguntó

- Sigue sirviendo – le entregué mi taza.

Las clases comenzarían en una media hora, tenía tiempo para desayunar con Stiles, quien a juzgar por las manchas de sudor en su rostro y camiseta apenas llegaba de su rutina de ejercicio diario, algo que era importante para su trabajo.

Papá aún estaba dormido, él y las mañanas era algo que no combinaban para nada bien. Siempre se despertaba tarde y preparaba el desayuno a contra reloj, yo no podía dormir tanto, apenas lograba conciliar el sueño unas tres o cuatro horas, levantarme temprano no suponía ningún problema para mí.

- Eli ¿Puedes hacerme un favor? – preguntó un tanto cabizbajo, muy diferente a como hablábamos hace unos minutos.

Intenté romper ese ambiente.

- No pienso dejar el jeep en paz, ni de chiste – soltó una pequeña risa.

Debes preguntarte porque dijo eso, bueno...

Cuando era niño y papá me llevaba al taller me pedía que me quedara en su oficina jugando en su portátil, era muy bueno en cualquier juego de la compañía NetherRealm Studios, pero ese no es el punto.

Después de jugar por un par de horas me aburria y decidía salir a explorar el lugar, solo caminaba observando los coches, las herramientas y a los empleados cuyos nombres nunca lograba recordar. Era algo simple que para mí mente de infante era la escena de espionaje más arriesgada en una película de acción.

De entre todos los autos siempre hubo uno en especial que me llamó la atención, un Jeep antiguo que se le prohibía tocar a todo el mundo, solo papá podía trabajar en él.

Subirme era difícil, con mi limitada estatura alcanzar la manija era como escalar el Everest, por suerte con mi ingenio (y con algunos neumáticos que estaban cerca) lo lograba. Me acomodaba en el asiento del conductor y movía el volante imaginando que estaba en una película de Vin Diesel, imaginaba que iba por toda la ciudad a máxima velocidad saltando entre puentes y esquivando tanques o helicópteros.

Papá me descubría algunas veces, pero lejos de molestarse solo me revolvía el cabello, sonreía de lado y volvía a su trabajo. Amaba esos momentos.

- No, me refiero a... -

- ¿Quieres sorprender a papá con una cena romántica y necesitas mi ayuda? -

- Eli, quieres dejarme hablar, ahora entiendo porque todos siempre me decían que cerrara la boca – rodeo mis hombros con su brazo y me acercó a él – tampoco es eso, quiero pedirte otra cosa –

- ¿Qué deje de usar tu ropa? –

- Dije que me dejaras ha... espera. ¿Esa es mi camisa? Sabía que la había visto en algún lado –

Promesa de un padreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora