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— Te amo, Wilhelm

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— Te amo, Wilhelm. — me susurró Simon.

Por fuera me mantuve impasible, pero por dentro mi corazón pegó un vuelco. Era la primera vez. 

Quise poder contestarle, decirle todo aquello que llevaba tiempo guardando en lo más profundo de mi corazón, que yo también lo amaba, que ahora mismo haría cualquier cosa para complacerle, que le había extraño mucho y los días que pasé en su ausencia fueron un verdadero espanto y mucho más pero los nervios y la ansiedad que sentía por tener que hablar frente a todo el país me dominaban. Me sentí incapaz de pronunciar palabra. 

Debió de percatarse porque no esperó respuesta y continuó — Y si hay que esperar hasta que cumplas 18, estoy dentro. No me importa mantenerlo en secreto 

Mi corazón se ablandó, ¿era ese el fin de todos nuestros problemas? ¿seriamos felices al fin? Al parecer sí. 

A pesar del manojo de nervios que estaba hecho, se me escapó una sonrisa. Hacía tiempo que no sonreía, se sentía bien. 

En esos instantes lo único que quería era abalanzarme sobre su cuerpo y estrecharlo entre mis brazos, besarlo hasta la saciedad. Pero sabía que no era el momento.

Nos acercamos lentamente los dos pero desgraciadamente apareció Jan Olof — su alteza real, hay que darse prisa 

Tan inoportuno siempre 

Se fue y en un movimiento rápido le planté un beso casto a Simon, fue suficiente para mi en ese momento. 

Me retiré, salí al concurrido patio y me indicaron donde sentarme. 

La ansiedad se intensificó, el aire comenzó a escasear. Odiaba esa situación. Me entraron arcadas, sentía tantas ganas de vomitar, se lo comenté a mi madre y decidieron que August se encargría de pronunciar el discurso 

Vi su sonrisa satisfactoria, el desgraciado había esperado ese momento. Que te apuestas a que practicó el discurso frente al espejo y todo. 

Con paso seguro se dirigió a la tarima, se veía radiante de felicidad. No podía permitir eso. Si yo no era feliz, el tampoco. 

Esperé a que diese unos pasos más, los nervios se apaciguaron debido a la ira, en un impulso me levanté y con largas zancadas le adelanté. Estaba de espaldas pero  hubiese matado por  ver esa estúpida sonrisa desvanecer y la verguenza emanar, nada me causaba más satisfacción que humillarle. 

Una vez frente a todos los miré detenidamente mientras en mi cabeza surgía un debate. 

Contuve las ganas de salir corriendo, tenía que demostrar a August que era capaz de ello, y que no se hiciese ilusiones, porque no iba  a permitir que se llevase el trono. Si no reinaba yo, la monarquía acababa conmigo. 

Con dificultad tomé la iniciativa y pronuncié todas aquellas palabras que tan bien había memorizado, detesté escuchar mi voz torcerse en varias ocasiones, la gente notaría que era la primera vez. 

Casi llegados al final, aquel debate que había llevado a cabo mentalmente llegó  a una conclusión, yo no estaba de acuerdo con eso, no quería mantener la tradición, me parecía rídiculo. 

Eché un vistazo a mi madre, su sonrisa de orgullo me ablandó, pero no lo suficiente. 

Cambié el final del discurso y manifesté mis ideas, a favor de romper la tradición. Aquellos que no habían atendido al discurso se incorporaron más interesados ahora. 

Mi corazón palpitaba fuertemente, temía que se me saliera del pecho en cualquier momento.  

Solté la bomba final. 

Admití ser el del vídeo. Algo que debería haber hecho desde el principio, jamás debí haber permitido que me convencieran de hacer esa tonta confesión. 

La gente grababa, los cuchicheos se alzaron, mi madre se sorprendió y quedó paralizada, su mirada de decepción me dolió. A la par el resto de la corte intentaba en vano que las grabaciones se cortaran. No había marcha atrás. 

Sentí fuertes arcadas pero sin perder los estribos esquivé el coro y a paso tranquilo entré dentro del edificio, estaba totalmente vacío, todos estaban fuera. 

Una vez alejado de las miradas del público, corrí lo más rápido que pude a mi cuarto donde me encerré. 

Me quité esa corbata que parecía querer asfixiarme y tomé fuertes bocanadas de aire. Me estaba empezando a marear. 

Las arcadas se intensificaron y acabé vomitando todo. Apenas había comido esa mañana pero aún así me las apañé para escupir hasta el alma

Tras cepillarme los dientes y retomar la compostura, me senté y tomé el cuaderno. Necesitaba a mi hermano. 

ˏ⸉ˋ‿̩͙‿̩̩̽‿̩͙‿̩̥̩‿̩̩̽‿̩͙‿̩͙‿̩̩̽‿̩͙‿̩͙‿̩̩̽‿̩͙‿̩̥̩‿̩̩̽‿̩͙‘⸊ˎ

Querido Erick,

Creo que acabo de hacer la mayor tontería de mi vida. Bueno, ciertamente no me arrepiento, por ahora. Pero creo que no lo pensé bien. ¿Sabes? Ahora me dejo dominar mucho por los impulsos, no se si es algo bueno o no. 

Me siento realmente ansioso no se que voy a hacer, daría lo que fuera por un abrazo tuyo ahora mismo. Pronto tendré que enfrentarme a mamá y toda la corte real. Siento que las consecuencias de esta vez serán peores que la anterior, si es que eso se puede. 

Protégeme de donde sea que estés por favor. Se que estarías de mi lado, no dudo de eso

ˏ⸉ˋ‿̩͙‿̩̩̽‿̩͙‿̩̥̩‿̩̩̽‿̩͙‿̩͙‿̩̩̽‿̩͙‿̩͙‿̩̩̽‿̩͙‿̩̥̩‿̩̩̽‿̩͙‘⸊ˎ

Quise continuar pero unos golpes sonoros en la puerta me obligaron a alejarme, sabía quien era. 

Me temblaba la barbilla, abrí la puerta y en unos segundos el pequeño cuarto estaba cargado de personas, mi madre, mi padre, Jean Olof y el resto de integrantes de la corte. Se sentía asfixiante. 

 Detrás vislumbré a August, seguro que quería enterarse de lo que sería de mi. 

 

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✒️: : cartas al cielo | young royalsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora