VIII

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Al día siguiente me levanté casi a las diez de la mañana, ese día no tuve que asistir al trabajo, hice un poco de ejercicio y salí a hacer algunas compras.

Al llegar a casa pude ver en mi teléfeno que tenía una llamada perdida de Natalie y dos de Justin, no pensé en llamar a ninguna de los dos, sólo quería tomarme ese día para mí, lo necesitaba y lo merecía.

En la tardr salí a caminar, al cine y también a la biblioteca, atendí el teléfono en todo el día, sin embargo las llamadas eran constantes, cosa que me fastidiaba, así que decidí apagarlo.

Salí a la playa, me pareció el mejor lugar para entretener mi mente, ya que sólo pensaba en que era decabellado e incomprendible tener el contacto de un miembro de la realeza, aveces sentía que todo era un sueño, pero no era así, era real....El príncipe y yo hablábamos y conviviamos como personas con vidas normales, o por lo menos en el caso de él, que vivía de lujos y privilegios, y que era algo casi imposible que alguien como yo hablará con él por mensaje solo poqur nos conocimos en su palacio y bailamos juntos.

Pasarón 3 semanas y no hablé, ni vi a Justin duranté todos esos días, algo en mí me decía que debía alejarme de él, tal vez por el de los dos.

En esas 3 semanas, me dediqué a trabajar bastante, me centré en mí, en la universidad e incluso me mudé a una casa en un vecindario totalmente tranquilo y seguro. Estuve ahorrando duranté bastante tiempo con el propósito de tener un nuevo hogar y comprar una bicicleta, lo que me permitió dejar de comprar pasajes para el tren y llegar más puntual al restaurante.

Era miércoles, ese día Natalie y yo tuvimos nuestro día de descanso, así que aprovechamos para ir al centro comercial y pasar el día juntas, la invité a un pijamada en mi casa, lo que nos llevó a un tema que no quería tocar.

–¿Cómo vas con Justin? ¿Que ha pasado entre los dos?–Me preguntó Natalie sentandosé en el sofá de la sala.

–La verdad, hace mucho no habló con él–Le contesté pasandome un mechón de cabello por detras de la oreja.

–Pero¿Por qué? ¿Acaso es porque han estado ocupados?–Me preguntó angustiada.

–No, es solo que...–Me detuve por un momento y dije–Me decidí a alejarme de él por un tiempo, porque me parece lo mejor para ambos.

–Megan ¿Por qué te alejas de las personas que te hacen feliz? O mejor ¿Por qué tienes miedo de enamorarte?–Me preguntó preocupada.

Hablámos con Natalie por un poco más de tiempo y nos fuimos a dormir. Tan sólo recordaba en mi mente la preguntá de Natalie ¿Era así? ¿Acaso me daba miedo enamorarme? Ni siquiera sabía que era estár enamorada o como se sentía estarlo, entre esos pensamientos me quedé profundamente dormida.

Al día siguiente el olor de unos frescos huevos recién hechos, logró despertarme, me levanté llendó hacía la cocina en donde se hallaba Natalie preparando el desayuno.

–Buenos días bella durmiente.

–Huele delicioso, admitó que eres mejor preparando el desayuno que yo–Exclamé con una sonrisa divertida.

–Me alegrá que lo aceptes, debemos comer rápido si no queremos asistir tardé al trabajo–Me recordo pasándome un plato.

–Lo sé...

Aunque había tenido mi día de descanso anteriormente, no me daban ganas de ir a trabajar, no era que quisiera quedarme en mi cama viendo la televisión, pero por alguna razón me encontraba desanimada hasta para hacer lo más sencillo.


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