Él se fue.

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Buenos días Leah. -Grita Margaret mientras corre a lanzarse sobre mi cama.

MARGARET, déjame dormir por favor, estoy muy cansada. -Le digo a mi hermanita mientras me doy la vuelta y tomo las cobijas para volver a dormir.

¿Qué dices? ¡Leah es tarde, llegarás tarde a la universidad hoy! -Exclama Margaret.

-De un sobresalto me salgo de la cama. Oh por Dios, ¿Porque no oí la alarma? -Gritó Leah mientras buscaba que ponerse en el armario para ir a asearse un poco.

Ya, Leah calma, llegaras tarde pero no es para hacer este alboroto. -Dice su madre mientras irrumpe en la habitación de sus hijas.

Perdón Mamá, tienes razón. -Digo terminando de ponerme un vestido, tomo mis pertenencias mientras me despido para irme. -Espero tener suerte de encontrar el bus, Dios sea glorificado en todo, adiós Madre, adiós Margaret.

Mientras camino recuerdo que Papá había salido a ver nuevos proyectos para trabajar y ganar algo más de dinero. -Dios, guarda a mi Padre en el nombre de Jesús. ¡Vaya, el bus! Dios mío, al menos lo encontré gracias a Dios. -Abordo y unos minutos ya habíamos llegado a la gran puerta.

Bueno chicos, vamos a repasar la clase anterior. -Dice el profesor Roberto. Leah, llega 15 minutos tarde.

Eh, Sí lo siento por irrumpir de esta manera, Dios les bendiga Buenos días. -Dice Leah apenada y yéndose a sentar.

Bueno, no se preocupe jovencita. ¡Vamos a empezar! -Exclama el profesor.

Mientras el profesor da el repaso de la clase pasada y presenta el nuevo tema que vamos a iniciar, alguien habla a Leah. -¿Te quedaste predicando por algún lugar que llegas tan tarde? -Susurra Felipe con tono sarcástico.

No, solo llegue tarde. -Dice Leah con tono firme.

Oh, es una pena me había gustado lo que dijiste en el campus con aquel chico. -Menciona Felipe tocando una tecla muy sensible en el corazón de Leah.

Me quedo escuchando atenta al Profesor sin dejar de sentir tanta amargura por dentro, ¿Por qué se había ido sin avisar? Pensaba, bueno quizás solo era mi imaginación.

Al terminar la clase, salgo a caminar para esperar el horario de la próxima clase.

Leah, Hola Dios te bendiga ¿Cómo estás? -Dice Enrique saludando a su amiga.

Enrique, amen, Estoy bien ¿Y tú? -Dice Leah bajoneada.

No te veo bien Leah, ¿Pasa algo? -Reconoció Enrique que apenas si puede contener las lágrimas. Es que... No mejor olvídalo, todo está muy bien ¿sí? -Indica Leah.

Leah, eres mi amiga, después de Dios a quienes les debo el ser cristiano es a James y a ti, me han predicado y hecho ver que necesitaba de esa salvación y esa paz que solo Dios puede dar. -Dice Enrique mientras Leah siente nueva vez una punzada en su pecho.

¿Sabes qué? A James no le importó decir donde iría ¡Él se fue! No dijo que saldría a predicar o simplemente ya no vendría más, eso me entristeció ¿Sabes?, pensaba que éramos amigos más cercanos y no personas que simplemente coincidieron y supongo que nadie sabe de él porque a penas y lo acabas de mencionar. -Dice Leah dejando salir su frustración.

¿Cómo dices? No por nada me escribió James, Leah no es lo que piensas, si James hoy no está aquí es porque salió obligado de Alemania, su madre lo envió a París pues no quiere que él predique ya que luego de que predico contigo en el campus, el profesor de filosofía le dijo a la madre de James y ella enfureció. Por favor, no lo malinterpretes, nos ha estado escribiendo a todos para conseguir nuestros números de teléfonos y aun hasta a ti te ha estado escribiendo algunas cartas porque no supo cómo más comunicarse contigo. -Afirma Enrique abrumado por la situación.

No puedo creerlo, ¿Estás hablando enserio? ¿Todo este tiempo me estuvo escribiendo? Pero espera, Enrique ¿Dónde están esas cartas? -Pregunté sospechando de alguien en especial.

No lo sé, quizás aún sigan en la oficina de correos ¿No? -Insinuó Enrique.

Puede ser, gracias Enrique, voy a resolver esto, perdóname mi sobresalto pero es que no supe cómo hablar de la forma en que me sentía, lo siento. Te dejo iré a la clase, Dios te bendiga. -Susurra Leah al sentirse apenada.

Amen, no te preocupes, si necesitas algo me llamas, ¡Dios te bendiga, te veo luego! -Dice Enrique despidiéndose de su amiga.

Cada uno se va a sus respectivos salones y al terminar el día se regresan a sus casas, cansados, hambrientos y Leah con una incógnita en su cabeza. -Por favor que no sea lo que pienso. -Susurra Leah en su conciencia.

Un amor cristiano😍👑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora