Capítulo 11

11 2 0
                                    


De lo que Jaim supuso que sería un viaje de veinticuatro horas, daba la impresión de que tardarían mucho más por la velocidad de Minjoon. Definitivamente los retrasaría.

La posición del sol les aseguraba que era medio día y estaba iluminando toda la vegetación que los rodeaba, produciendo un hermoso efecto en el paisaje.

Jaim apresuró el paso para que su compañero lo imitara, pero más bien provocó molestas quejas de su parte.

—¡Capitán, no me deje! —insistió el chico Choi, pero Jaim decidió ignorarlo. Solo así se esforzaría en alcanzarlo—. ¡Capitán, Capitán, Capitán, Capitán...!

—¡Deja de llamarme así! —Si escuchaba una vez más esa palabra se volvería loco—. ¡Si vuelves a llamarme de esa forma, no dudaré en abandonarte!

—Entonces, ¿cómo se supone que te llame? ¿Hyung* está bien para ti? ¿O prefieres que te diga cariño?

El pelinegro frenó y, sin perder ni un segundo, se acercó a Minjoon lo suficiente como para transmitirle una clara amenaza, pero la sonrisa de su compañero no hizo más que agrandarse.

—Vas a llamarme Jaim —ordenó muy seriamente—, y no quiero nada de Capitán o Mi Capitán, ni ningún otro de tus halagos melosos. ¿Entendido?

—Como ordene mi... digo, Jaim —dijo con una risa pícara y traviesa. Iba a ser un viaje muy largo—. ¿Será que puedes ser tan amable de reducir la velocidad?

Jaim no respondió, pero se quedó quieto hasta que su compañero volviera a ponerse en marcha, dándole a entender que su solicitud había sido aceptada y que avanzaría a su velocidad. Aunque lo había amenazado con abandonarlo, obviamente no lo hubiera hecho. Claramente lo necesitaba y disfrutaba de su compañía... aunque resultase un poco irritante. Algo era mejor que nada.

—Gracias por tu consideración —dijo Minjoon caminando a paso lento al lado de su nuevo amigo.

—De nada —respondió con seriedad y con carácter antipático.

No era para nada su personalidad auténtica, pero después de escuchar la promesa del chico Choi planteada en su último descanso, prefería comportarse de un modo que el pelirrojo empezara a odiarlo o, por lo menos, que dejara de idolatrarlo. No quería herir sus sentimientos al rechazarlo, por lo que este era el mejor camino para evitar ese resultado.

—¿Por qué tan serio? —preguntó divertido con la situación—. No es que me moleste, al contrario, me encanta tu rostro fruncido.

Sí, su plan no funcionaría.

Al parecer, aquel chico veía los aspectos positivos en cada escenario, pero en su caso, veía lo bueno de Jaim aun cuando él trataba de mostrarle su lado más oscuro para alejarlo. No iba a funcionar, por lo que decidió rendirse y dejar de fingir ser alguien que no era.

—Escucha —comenzó con un tono sereno—, puede que tu compañía no me resulte del todo desagradable, pero no es motivo para que me hagas cumplidos cada segundo. Gracias, pero me incomoda. ¿Entiendes?

—¡Claro que entiendo! Dejaré de hacerlo.

—¿Enserio? —preguntó incrédulo ante su respuesta, pero obviamente era demasiado bueno para ser verdad, porque en menos de un segundo, Minjoon comenzó a correr, alejándose cada vez más del pelinegro que se había petrificado por la repentina actitud de su amigo.

—¡Dejaré de hacerlo si me alcanzas! —gritó a la distancia mientras daba media vuelta y volvía a correr.

—¡Idiota! —exclamó con todas sus fuerzas, pero una sonrisa involuntaria había brotado sin que se diera cuenta—. ¡Esa ventaja no te servirá de nada!

La Riviera de las AlmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora