Capítulo 12

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No había tiempo que perder. Jaim ayudó a Minjoon a ponerse de pie y lo haló hasta trepar unas cuantas rocas para entrar rápidamente en el lugarcito donde las ramas curvas formaban un arco en la entrada.

Ya dentro del pequeño refugio, Jaim tuvo que mantenerse de rodillas para poder caber en el lugar. Detrás de ellos, se levantaba una pared de piedra en la que Min recargó su espalda y estiró sus piernas adoloridas por la larga caminata.

De pronto, unas luces surgieron del camino por el que habían llegado.

Las linternas se iban abriendo paso y Jaim pensó que, tal vez, el cabello colorido de Minjoon podría llamar la atención. Se lanzó sobre él, colocando cada una de sus rodillas a los costados del muchacho, dejando su torso en medio de la abertura; arrimó sus manos a la pared de piedra, muy cerca de la cabeza del pelirrojo, con mucho cuidado de no hacerle daño. Lo mantuvo arrinconado con su espalda hacia el exterior de la cueva. Por los colores oscuros de su traje podría pasar desapercibido.

—Es para camuflarnos con la roca —susurró para aclarar la pregunta implícita que apareció en el rostro sorprendido del chico sobre el que estaba colocado.

Con precaución y muy despacio, volteó su cabeza y logró visualizar sobre su hombro a tres Tomrows que los buscaban por todas partes.

Descubrieron el patrullero, pensó Jaim, pues no había otra razón para que los encontraran tan fácilmente.

Sus antiguos compañeros estaban siendo muy exhaustivos en su búsqueda, por lo que se veían obligados a esperar varios minutos antes de hacer cualquier movimiento que los delatara.

Jaim volteó nuevamente y se topó con el rostro de su amigo demasiado cerca del suyo, y no solo eso, sino que sus cuerpos también estaban en contacto, lo que le permitió sentir los rápidos latidos del corazón de Min, pero no se dio cuenta que estaban sincronizados con los suyos.

Sus miradas se mantuvieron fijas durante lo que pareció una eternidad. ¿Por qué aquel nuevo amigo le despertaba esa emoción que jamás pensó volver a sentir? No sabía con certeza la respuesta, pero estaba seguro de que nadie jamás le había levantado el ánimo como lo había hecho Minjoon; nadie le había hablado con tanta sinceridad; nadie se había acercado tanto a él si no era por intereses egoístas. Este nuevo amigo que encontró en las más inesperadas circunstancias, le permitió volver a ser ese chico alegre que había oprimido por su trabajo. Le devolvió su pasado y no podía estar más agradecido con él.

Todas esas nuevas sensaciones volvieron a nacer en su alma y corazón, y sabía que Min lo había notado, pues ese brillo de asombro inundó ambas miradas mientras se contemplaban en medio de la noche, las cuales expresaban más que un millón de palabras, lo que ambos sentían por el otro; lo agradecidos que estaban de haber encontrado a una persona sincera y en la que pudieran confiar su frágil corazón.

Jaim no podía negar que el chico Choi lo había atraído con una fuerza mayor a la de un imán desde aquel encuentro en el Auditorio.

Pudo percibir que su compañero desviaba constantemente su mirada de los ojos azulados y brillantes hacia sus labios, que se mantenían entreabiertos por toda la confusión que le producía esa extraña mezcla de sentimientos que inundaba su cabeza. En ese momento, Jaim comenzó a fijarse en los labios del chico frente a él, dándose cuenta de que los mantenía cerrados, en una expresión asombrada por toda la tensión de la atmósfera, dándole un toque tentador a esos perfectos, tersos y hermosos...

Demonios pensó Jaim volviendo a sus cinco sentidos, también estoy buscando sus labios. Eso solo puede significar que...

—¡Capitán Gatch, no hay señales de los Objetivos! —anunció uno de los Tomrows que formaba parte de la búsqueda.

La Riviera de las AlmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora