Capítulo 19

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La noticia había recorrido cada estación de los Tomrows: los Objetivos rebeldes habían sido eliminados.

Un alivio recorrió a cada uno de los sodados del Escuadrón del Mañana, pues, todo ese temor de quebrantar el orden y equilibrio de la sociedad había desaparecido. Pero no todos estaban celebrando la victoria.

En el consultorio de la psicóloga, Listar se encargaba de darle la noticia por teléfono al presidente de que ya no había de qué preocuparse.

—¡La felicito, doctora Listar! Hágame saber cuando llegue el escuadrón responsable de este triunfo para felicitarlos públicamente como soldados valientes que arriesgaron su vida para salvar a la sociedad. No hay que entrar en detalles.

—Como diga, señor. Supongo que todo terminó...

—¿Mandó a eliminar a las personas cercanas al Tomrow? Porque si no lo ha hecho, será mejor no cantar victoria antes de tiempo.

—La tarea ya ha sido completada, señor. Además, el último testimonio de Cassiedy fue que solo se lo envió a su madre. Solo quería salvarla a ella...

—¡No puedo creer que se haya creído esa farsa! ¿Cómo puede confiar en un tipo que no dudó en arriesgar todo lo que hemos construido? ¡Obviamente dijo eso para que ningún otro cómplice salga perjudicado! ¡Ese es su maldito plan, Listar! Esa misión aún no está culminada. Dígales a los Tomrows encargados que no aborten el trabajo. —Sin decir una palabra más, colgó.

Estaba cansada.

Al ser una de las primeras Tomrows después de la creación del Escuadrón, había pasado por mucho sufrimiento y sabía cómo se sentía Jaim. Pero lo que los diferenciaba, era que ella tenía muy en claro qué era lo correcto; lo mejor era sacrificar unos pocos por un bien mayor. Después de cumplir varios años de servicio, podía haberse retirado, pero sabía que habría soldados que se quebrarían emocionalmente por su trabajo, así que decidió quedarse como una ayuda emocional para que así, ninguno de ellos se rindiera.

Sin embargo, Jaim era uno de los pocos pacientes con los que se había encariñado: era único y especial, era el más humano en el Escuadrón, y por esa razón, le dolió demasiado su pérdida.

Ella lo conocía muy bien: era muy sincero en cuanto a sus sentimientos y siempre le contaba lo que le incomodaba en su vida. Por esa razón, dudaba que su último testimonio fuera mentira. Sabía que su madre era a la única persona que amaba. ¿Por qué comedirse en ayudar a desconocidos cuando lo único que le importaba era mantener a su madre a salvo?

Estaba poniendo su vida en riesgo al desafiar las órdenes del presidente, pero nadie más iba a morir. Cada persona restante era un peldaño fundamental en la sociedad y con cada pérdida todo podía desplomarse en cualquier momento. No podía cobrar más vidas fundamentales para la Tierra.

Pero... aún había un cabo suelto; una persona de la que solía hablarle en las frecuentes sesiones: el señor Simon Atticus.

Si había que acabar con este asunto, esa sería la última persona de la que el Escuadrón se encargaría; nadie más, nadie menos.

Listar estaba al corriente de lo ocurrido con la hija mayor del señor Atticus y de la cercana relación que compartía con Jaim y, si había la posibilidad de que alguien más hubiera recibido el mensaje, seguramente era él.

Según los informes, tenía otros tres hijos, aún demasiado pequeños como para prepararse para los Proyectos de Salvación, así que no haría una gran diferencia eliminarlos. Pero, aun así, sentía un gran pesar por acabar con la vida de un profesional tan efectivo como él.

La Riviera de las AlmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora