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Capítulo 7. Carmesí

R O M A


Existe un gentil pensamiento que a veces me hace sentir vivo, porque es un pensamiento de ti

—Dante Alighieri.


El primer evento del excanciller como rey

El rey Lir IV celebra su primer evento, una fiesta de recaudación destinada a los orfanatos del Capitolio. Algunos comentarios lo llaman el rey "clemente" del pueblo...



Abandono el artículo del teléfono y sigo caminando por los pasillos junto a Phoebe, mi asistente desde que papá me pidió organizarle algunos eventos y apariciones que debo hacer en su nombre, aunque hay una organizadora de eventos. Hacia el salón donde se llevará a cabo la fiesta.

Al doblar por un pasillo me detengo al oler a pintura. Arrugo el entrecejo, confundida. ¿Están remodelando la sala común? Esa sala la ocupamos la familia.

—¿Princesa? —cuestionó Phoebe, dejando de ver el IPad dándose cuenta de que nos detuvimos en medio del pasillo hacia una sala abierta que dirige a un enorme balcón con vistas a uno de los jardines más bonito del palacio.

No respondí, mirando todavía hacia la sala y viendo a los empleados doblando y organizando sábanas y trayendo cestos de frutas. Algunos me vieron, se detuvieron en lo que hacían y me dan un tímido saludo el cual correspondo.

Me acerco a una joven que llevaba un cesto de pinceles usados donde el olor a pintura prevalecía. La joven se paraliza mirándome con los ojos abiertos y boquiabierta. Espero no verme imponente pese al incómodo blazer que Phoebe me hizo poner para verme seria ante la gente.

—Disculpa, ¿qué está sucediendo? —pregunté con cierta curiosidad.

—U-uh... —balbuceó.

—Princesa —llamó Phoebe —. Acabo de ver la programación y Tulio Conti, el pintor oficial de la monarquía está aquí para una sesión.

Fruncí el ceño, oí un ruido en el balcón y murmullos. Me acerqué al balcón, esperando ver a mamá. Seguramente papá mandó a llamar al señor Conti para mi mamá. Me detuve, confundida, al ver a una desconocida mujer posando mientras la pintaban como si fuera una invitada especial.

¿Quién es? ¿Y mi mamá?

—¡Princesa! —exclamó el pintor, parando de pintar. Me hizo una corta reverencia.

La mujer me contempló y esbozó una breve sonrisa.

—Tomemos un descanso —ordenó ella hacia el pintor, quien se volvió hacia ella.

—Como quiera, señorita Farnesse.

¿Farnesse?

El reconocimiento me golpea cuando veo mejor sus rasgos. El cabello pelirrojo le caía por la espalda como un fuego resplandeciente con el sol a su espalda, un vestido azul pastel formal resalta su piel clara como la nieve y la espalda recta me indica su seguridad. Una mujer hermosa que sabe que lo es.

Debe ser Grace Farnesse, la viuda de un senador del Parlamento. Creo que está invitada a la fiesta de recaudación, debería estarlo ya que era hija de un importante diputado favorecedor de la monarquía y tiene una buena posición social.

CORRUPTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora