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Capítulo 8. Advertencias

R O M A


Los hombres ofenden antes al que aman que al que temen

—Maquiavelo.



La mañana del 18 de septiembre vuelvo a encontrarme con Grace en el palacio junto al señor Conti todavía pintándola en el balcón. La pintura estaba adquiriendo forma, pero le seguían faltando detalles. Supongo que veré a Grace seguido hasta que terminen el retraro.

Contemplo a Grace sentada en el balcón de la sala común mientras es pintada como una obra de arte. En todo momento, he oído al pintor halagar su belleza y de vez en cuando lo he visto actuar como un sirviente cuando ella le pide un vaso de agua.

Estoy impresionada por la forma en que Conti actúa a su alrededor, como si estuviera embrujado.

—¿Por qué no te acercas, Romane?

Mi corazón dio un vuelco del susto.

Solté un suspiro y salgo de mi escondite, sentada en un sillón en el interior de la sala, escondida a simple vista junto a los empleados que limpiaban y organizaban alrededor. Supongo que se dio cuenta que la espiaba.

Había terminado los últimos detalles del salón para esta noche junto a Olivia, quien cambió todo lo que había propuesto en un principio. Pero bueno, ella es la organizadora y tiene más experiencia. Phoebe mandará a las maquilladoras y estilistas para arreglarme en unas horas más. No había nada que hacer, ya que Olivia se encargará de que todo funcione hasta el último minuto y me despachó del salón rojo.

El pintor dejó de hacer lo que estaba haciendo, me miró e hizo una breve inclinación corta.

—¿Por qué no tomamos un descanso, Tulio? —preguntó Grace con una sonrisa amable.

—Pero acabamos de empezar la tercera capa...

—Estoy un poco cansada de estar tanto rato en el sol —Lo interrumpió con suavidad.

Se abanicó con el abanico de seda que pertenece al tesoro real del rey, apenas hacían veinte grados ahora que el otoño estaba por empezar por lo que supongo que fue una sugerencia para poder hablar conmigo.

El pintor asiente y guarda sus pinturas y pinceles, Conti va al interior de la sala junto a sus cosas. A decir verdad, encuentro sobrevalorado ya los retratos como si fuera el siglo 17, pero debo admitir que Grace Farnesse se ve bien en pinceladas.

Asentí con aprobación preguntándome cómo me veré en cuadro. Será anticuado, pero tengo curiosidad por verme en óleo.

—¿Puedo tener uno propio? —señalé su cuadro.

Grace me observó atenta, como si intentara descifrarme.

—¿Quieres un retrato tuyo? No me lo tienes que pedir, eres la princesa, puedes tener lo que quieras si solo lo dices.

—¿Ah, sí?

Ladeo la cabeza viendo de nuevo el cuadro. No puedo llegar y pedir un cuadro, debo pedírselo a padre y si puede pagarlo. Me imagino que un pintor como Conti será caro.

—¿Es mi poder?

Grace me dedicó una expresión de seriedad.

—Tienes armas mucho más poderosas que tu autoridad como princesa, no siempre va a funcionar, menos en hombres, y tendrás que ver otros métodos.

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⏰ Última actualización: Sep 20 ⏰

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