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Tener un trabajo era tener una prueba de que el mundo entero no lo odiaba. Era como ver una rendija de luz dentro del calabozo. Debería de sentirse afortunado. Las cosas estaban volviendo a la normalidad. Debería de estar feliz.

La respiración de Yibo era intranquila. Todavía dentro del walk-in closet, no podía dejar de pensar en la expresión que tenía Xiao Zhan en el rostro cuando se fue. La repetía una y otra vez en su mente, y la sentía herir su corazón. Pero esa mañana a Yibo lo esperaban para su primer trabajo en meses, su oportunidad para volver a ser la persona que era antes. Era, en efecto, tan afortunado. La industria era cruel y no todos sobrevivían a ella, ¿no veía lo bueno que estaba siendo el destino con él?

Tardó un momento en volver al presente, a darse cuenta de dónde estaba y qué hora era. Lo llegarían a recoger en unos minutos. Terminó de vestirse enseguida, y se dirigió a la puerta principal.

En el set de filmación, Wang Yibo se pasó toda la mañana prestándole atención a lo que le decía el director, tratando de escuchar a sus compañeros de escena, expresando los sentimientos del guion con su rostro, y de todas maneras sintiendo que una buena parte de él era ajena a todo: su alma se había quedado en casa, esperando que Xiao Zhan volviera. Podía sonreír y ser amable, podía conversar con los demás mientras almorzaba, podía abrazar a amigos que no veía hace mucho tiempo, y siempre iba a seguir sintiendo ese vacío dentro de él, lleno de silencio y un sordo dolor. En sus oídos zumbaba el sonido que hizo Zhan Ge cuando cerró la puerta principal y lo dejó solo.

La filmación del día terminó casi a las diez. Pero Yibo no quería volver a casa. Xiao Zhan no estaría allí, preparando algo en la cocina o cantando en la sala. Le había dicho que necesitaba pensar. Pensar, pensar. Lo que le daba miedo era la conclusión a la que podía llegar después de pensar. Volvió al presente un momento para escuchar que su coprotagonista le decía que iba a ir a comer comida japonesa con unos amigos del staff, y le preguntaba si quería ir. Yibo, con su anillo de matrimonio pegándose a la piel de su pecho, colgado de su cadena de plata, le decía que sí, ¿por qué no?

Llegó a casa cerca de la una, y la encontró vacía. Había tomado un poco, pero no lo suficiente como para llamar a Xiao Zhan y hacerle saber que no había pasado ni un día sin él y ya estaba perdiendo la cordura. Se quedó dormido, arrullado por el alcohol que había bebido.

El sonido de su alarma lo despertó a las seis y media. Abrió un ojo y le pareció ver una sombra en una esquina de la habitación. Abrió bien ambos ojos y advirtió que la sombra se iba por la puerta.

—¿Zhan Ge?

Saltó de la cama y se precipitó hacia las escaleras, pero solo llegó a escuchar el ruido de la puerta principal cerrándose. Molesto, volvió a la habitación y tomó su celular. Xiao Zhan demoró un buen rato en contestar.

—Zhan Ge, ¿viniste durante la noche? —dijo Yibo apenas este le contestó.

—Sí. Lo siento. Llegué de madrugada, y me fui hace un momento.

Había dormido en la cama, a su lado. Antes de irse, le había dado a Yibo un beso en la cabeza.

—Deja de jugar —dijo Yibo, molesto—. ¿Vas a volver hoy?

—Necesito hablar con nuestro contacto del gobierno —respondió Xiao Zhan, ignorando la pregunta.

—¿Vas a renunciar a...?

—No. Todavía quiero que tengamos un hijo. Solo quiero saber bien cuáles son las condiciones si hacemos ciertas cosas.

—¿Qué quieres hacer?

—Primero quiero saber si es posible. Después lo conversaremos y lo decidiremos juntos.

—Si te importa tanto mi opinión, ¿por qué me evitas?

Cuando no te tenía [Yizhan/Zhanyi] (TERMINADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora