XI

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Epílogo

Era el año 2029.

En los últimos años, los rostros de ambos habían cambiado. El de Xiao Zhan era más ancho, y tenía una seriedad afable que se distinguía incluso cuando él no hacía nada. El de Wang Yibo era más maduro y había perdido la delicadeza que tenía antes. Su belleza se concentraba en sus ojos, que ahora eran más profundos.

Y esa madrugada, su mirada se notaba especialmente profunda. No le ayudaba que tuviera mucho sueño: sus ojeras eran pronunciadas, se frotaba la cara, se rascaba los ojos. Le había sido imposible dormir durante la noche: había estado demasiado nervioso. Cuando se cansó de estar echado en la cama, sin poder dormir, dándole vueltas a sus pensamientos, ya era hora de salir de casa para tomar su vuelo.

El tiempo parecía haberse detenido mientras Wang Yibo y Xiao Zhan caminaban por el aeropuerto. No viajaban juntos desde las giras promocionales de Chen Quing Ling. Habían pasado mucho tiempo evitándose en público, viajando en vuelos separados aunque fueran a ir al mismo sitio, y ahora estaban uno al lado del otro, caminando en un desolado pasillo del aeropuerto. Se habían retirado de la vida pública dos años atrás, pero la gente todavía podía reconocerlos, aun con mascarillas y gorras. La situación no llegaba al estado de histeria al que llegaba antes, pero no eran completamente anónimos, no en China. Por eso era tan importante que caminaran rápido y que no viajaran solos: los seguían tres guardaespaldas y una niñera, quien llevaba un cochecito de bebé. La gente comenzó a arremolinarse alrededor de la zona por donde Yibo y Xiao Zhan corrían. Casi sin respirar, los dos notaron que la gente acumulada parecía ser menos que en años anteriores. ¿Qué pensarían esas personas de que, por primera vez en muchos años, cuando los fans ya habían perdido las esperanzas, Yibo y Xiao Zhan estuvieran juntos en público? En realidad, no importaba lo que pensaran. Ya nada de eso importaba. Estos dos hombres habían hecho todo por proteger sus carreras y por proteger su vida en China, y pronto ya ninguna de esas dos cosas importaría.

Lo habían acordado con su contacto del gobierno dos días antes. Estarían juntos en el avión, estarían juntos en el aeropuerto. "Todo está conforme, mientras no den declaraciones y su vuelo sea en la madrugada. Mucha suerte, y esperamos no volver a saber de ustedes", les dijeron, y eso fue todo. Listo. Se había cortado el vínculo entre ambas partes del trato.

Atravesaron el pasillo del aeropuerto y llegaron a la manga que los conectaba con el avión. Mientras abordaban, se tomaron de las manos.

Era una madrugada tranquila.

—La niña está dormida —le dijo Yibo al oído a Xiao Zhan.

—Ay, qué bueno

—¿Crees que seguirá dormida hasta que lleguemos?

—Esperemos que sea así —dijo Xiao Zhan—. Va a estar junto a nosotros de todas maneras. ¿Vas a revisar que siga respirando? Me pones nervioso cuando haces eso. No se va a morir.

—No es que realmente crea que se vaya a morir. Es solo que... Si ya la estoy viendo, puedo revisar que siga respirando. Demora un segundo. Algunos bebés...

—Maestro Wang, si vuelvo a escuchar que algunos bebés se mueren mientras duermen, te juro que...

Ya habían llegado a sus asientos. Si había sido extraño caminar juntos por el aeropuerto, era incluso más extraño poder sentarse uno al lado del otro en el avión, aún tomados de la mano. Yibo, apoyado en el hombro de Xiao Zhan, cerró los ojos un par de veces, y los abrió otra vez de inmediato. La segunda vez que lo hizo, notó algo en uno de los dedos de Xiao Zhan.

—Tu anillo —le dijo, apoyándose en su hombro.

En efecto, Xiao Zhan traía el anillo de matrimonio en el dedo anular.

—Me lo puse hace rato. Soy un hombre casado, tengo que usar mi anillo. Dame el tuyo.

Yibo lo sacó de dentro de su camisa, donde siempre colgaba de su cadena de plata. Xiao Zhan le acarició el cuello, soltó el seguro de la cadena y liberó el anillo. Yibo interrumpió un bostezo cuando Xiao Zhan tomó su mano. Había algo íntimo en la forma en la que sostenía su mano y tocaba sus dedos. El anillo se deslizó en su dedo anular.

—Listo. Te ves aún más guapo así.

—Qué extraño. No lo llevaba en la mano desde antes de que nos casáramos.

Xiao Zhan sonrió, complacido.

—No te lo quites.

—No me lo quitaré. Quiero dormir un rato, pero me gustaría ver a mi hija antes.

—Está bien.

—Y si pasa algo, despiértame.

—Si quieres. Pero si ocurre algo, yo lo puedo solucionar. Necesitas dormir.

Yibo bostezó más. La niñera le pasó a la bebé; él extendió los brazos y la tomó torpemente, con una sonrisa nerviosa.

—Se nota que es adoptada, ¿no? —dijo Xiao Zhan.

—Lo dices porque tiene buen carácter, no como tú y yo —sonrió Yibo.

—Exacto. Mira cómo duerme.

Yibo seguía sonriendo.

—Es muy bonita. A veces pienso que se va a parecer a ti cuando crezca.

—Me gustaría, pero eso no va a ocurrir.

—Sus ojos se parecen un poco a los tuyos.

Yibo apoyó el dorso de su mano en la mejilla de la bebé, quien sintió el frío del anillo de matrimonio y arrugó la nariz. Yibo volvió a acariciarle la mejilla, ahora con la yema de los dedos.

—Me gusta cómo la miras —dijo Xiao Zhan.

—¿Y eso qué significa?

—Bueno, maestro Wang... A veces la gente dice que los bebés son un milagro, ¿no? Son el milagro de la vida. Cuando la miras, pones la cara de alguien que está mirando el milagro de la vida. Es como si te quitara el aliento.

—Es verdad —dijo Yibo con timidez—. Me quita el aliento.

La estuvo mirando fijamente durante mucho rato, prestando atención especial a sus expresiones, hasta que un nuevo bostezo lo interrumpió. La niña movió un poco la cabeza, y sus pestañas temblaron.

—Dámela —dijo Xiao Zhan, tomándola de los brazos de Yibo—. Tienes que dormir.

Yiboasintió. Con el rabillo del ojo, miró por la ventana. El avión iba adentrándoseen el cielo y alejándose de China. Sintiéndose en paz, se quedó dormido.

-FIN-

NOTA: Me gustaría escribir extras de esta historia, dos o tres historias cortas, pero solo lo haré si ustedes los quieren leer. Por ahora, muchas gracias por todo. 


Cuando no te tenía [Yizhan/Zhanyi] (TERMINADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora