Parte segunda

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El ave joven se lanzó al vacío

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El ave joven se lanzó al vacío

con alegría escaló las nubes

El viento traicionó sus alas

Moribundo lanzo un reproche

Nadie responde, ya solo ay noche.

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Varios días fueron pasando desde aquel incidente que causó tanto revuelo en la fiesta sagrada del sol. El Inti Raymi ya había llegado a su fin, dejando atrás un remolino de emociones y misterios. Aún conmocionado por la experiencia sobrenatural que acababa de vivir, el joven se encontraba inmerso en un estado de confusión, asombro y negación. Sin embargo, los sirvientes que lo rodeaban en lugar de sentirse extrañados por su comportamiento, interpretaban su desconcierto como una manifestación del poder divino del dios sol, lo cual solo intensificaba su reverencia hacia él.

Gradualmente, ya convencido, o, casi convencido de que no se había vuelto loco, no le quedó más que buscar respuestas que explicaran de alguna manera el misterio en el que había caído. Luego de algunos días de cautelosa observación y análisis, llegó a la conclusión de que, de alguna forma, por alguna razón que iba más allá de su entendimiento, había sido transportado en el espacio y el tiempo, encontrándose ahora en el cuerpo de alguien llamado Ninan Cuyuchi. El nombre le sonaba de algo, pero no alcanzaba a evocar de manera clara la información de su memoria.

De lo que sí estaba seguro es que se encontraba, aún no lo creía del todo, en el antiguo Tahuantinsuyo. La vestimenta y la arquitectura eran inconfundibles, pero, además, poco a poco, información de la que nunca antes había tenido idea se fue filtrando dentro de él. Comenzando con la lengua, la entendía a la perfección, pero sabía que no era el castellano. También los gestos, la forma de moverse, en ocasiones llegaba a sentir como si su propio cuerpo tomase el control y actuara con libre albedrío. Reconocía las caras de las personas que lo rodeaban y tenía cierta noción de quiénes eran, pero al mismo tiempo sentía fría extrañeza hacia ellas. Era natural, nunca las había visto antes, por lo tanto, debían de ser recuerdos del anterior dueño de este cuerpo en el que, ¿su alma? había venido a parar. Aunque estos recuerdos eran muy confusos, no le servían de mucho más que para camuflarse y no parecer demasiado raro, aunque claro, las extravagancias que cometió podrían atribuirse a su "contacto divino", era la respuesta a la que habían llegado los que lo rodeaban, si eso es lo que pensaban él no planeaba discutirlo.

Habían pasado casi tres semanas desde que, podría decirse, arribó a ese lugar, había permanecido en cama la mayor parte del tiempo. Sus músculos no tenían la fuerza suficiente para mantenerlo mucho rato en pie, aun así, no fue del todo malo, este período le sirvió para poner en claro sus ideas, adaptarse a su nueva realidad y ver qué es lo que debería hacer de ahora en adelante.

Mientras se acariciaba las orejas, agradeció no tenerlas extendidas y perforadas, como era costumbre en gran parte de la nobleza incaica, a la que al parecer ahora pertenecía. Los orejones formaban parte de la élite gobernante, pero había excepciones a veces, este parecía ser su caso. ¿Esto era algo bueno o malo políticamente? no lo sabía.

Imperio Inca un nuevo amanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora