"Es mejor perder el orgullo con alguien que amas, en lugar de perder a ese ser que amas por culpa de tu inútil orgullo" (John Ruskin).
Soy Aome Higurashi, la sacerdotisa guardiana de la Perla de Shikon, aunque lamento decir que ya no soy la misma pe...
Advertencia, este capítulo tiene leve contenido sexual. . .
Otro día más en la búsqueda de los fragmentos de la Perla, el grupo transitaba con cautela a través de un denso bosque, sitio en el que debían ser precavidos debido a que muchos demonios solían ocultarse en lugares como ese para atacar.
Las frías y violentas corrientes de viento azotaban de forma implacable las copas de los árboles, arrastrando con ellas la hojas caducas en tonos amarillos y naranjas propios de la estación otoñal que transcurría. El estruendo de los relámpagos que acompañaban a unas enormes nubes grises anunciaban una próxima tormenta.
- Debemos encontrar pronto un lugar donde resguardarnos - mencionó Inuyasha, a lo que Aome, Sango, Miroku y Shippo asintieron en acuerdo.
Apresuraron el paso con Aome sobre la espalda del hanyo y los demás montados sobre Kirara. Sin embargo el panorama no parecía cambiar por más territorio que recorrieran, sólo árboles de espeso follaje, más ninguna cueva o formación rocosa que pudiese servirles de refugio.
El ocaso comenzaba a caer junto con la primeras gotas de lluvia «¡Diablos! ¡Tenía que ocurrir justo cuando va a haber luna nueva!, tenemos que refugiarnos antes del anochecer» maldecía Inuyasha par sus adentros mientras continuaba corriendo a gran velocidad.
La lluvia comenzó a intensificarse entorpeciendo sus sentidos, Aome se aferraba con fuerza a su espalda comenzando a temblar por el frío del agua y, para colmo de sus males, entre la tormenta viajaba una parvada de aves del paraíso que no demoró en atacarlos.
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Se vieron forzados a detenerse y contraatacar, era una cantidad considerable de aves, por lo que aún usando sus ataques más poderosos, tardaron varios minutos en exterminarlas por completo.
Bajo la incesante tempestad, Inuyasha y Aome trataron de localizar con la vista a sus compañeros, debido a que se habían separado de ellos durante la batalla, pero fue inútil, no había rastro de ellos por ningún lado.
- ¿Crees que Sango, Miroku y Shippo estén bien? - preguntó Aome.
- Son fuertes, lo más seguro es que se encuentren bien, pero en este momento no podemos buscarlos, la tormenta es muy intensa y está por anochecer, debemos encontrar un refugio o estaremos en serios problemas porque hoy habrá luna nueva - respondió Inuyasha.
Aome abrió los ojos impresionada, había olvidado por completo ese hecho, en poco tiempo Inuyasha se convertiría en humano y estaría vulnerable ante cualquier ataque - Tienes razón, debemos refugiarnos pronto, mañana buscaremos a los chicos - dijo para luego colocarse la mochila al frente y abrazarla en un intento porque las cosas dentro de ésta no se mojaran.
Caminaron durante varios minutos bajo la intensa lluvia y Aome comenzaba a temblar más notoriamente por el frío aunque evitó quejarse al respecto. Inuyasha por su condición de híbrido era más tolerante al frío, no obstante pudo notar que Aome la estaba pasando muy mal y con prontitud se quitó su haori de rata de fuego para colocárselo sobre la espalda, aunque era consciente de que no la protegería mucho puesto que también se encontraba empapado.
