Capítulo 9: Confesión

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- Así que esos dos están confabulados en mi contra... interesante... ya veremos quién ríe al último - respondió Kikyo en tono irónico a la serpiente caza almas que recién le había entregado el recado de la conversación que escuchó entre Miroku y Sango. Sonrió con sorna y regresó al lado de Inuyasha luego de haberse alejado para alimentarse con almas.

Sango y Miroku todavía no regresaban al campamento, en realidad no sentían la necesidad de apresurarse, después de todo convivían sólo entre ellos, manteniéndose al margen de Inuyasha y Kikyo.

- Su excelencia, no entiendo por qué todavía seguimos con ellos si ya ni siquiera compartimos tiempo juntos, quien mantenía unido y funcional a este grupo era Aome y ahora que ella ya no está, no le encuentro ningún sentido a seguir aquí. Creo que mejor deberíamos separarnos de ellos y continuar la misión por nuestra cuenta.

- Tienes razón Sanguito, no hay sentido en que sigamos con ellos, pero al menos debemos averiguar antes de irnos lo que sucedió con la señorita Aome y Shippo.

- ¿Y tiene algún plan en mente?

- Sí, no me gusta y es algo arriesgado pero podría funcionar.

- Le escucho.

- Inuyasha parece ajeno a todo lo acontecido, la señorita Kikyo es una manipuladora y él cree ciegamente en ella, así que hablar con él no servirá. Por lo que pensé en atacar el punto débil de ella y es ahí dónde tú entras en el plan.

- ¿Cuál es su punto débil y qué debo hacer?

- La señorita Kikyo no sabe controlar sus celos, es demasiado posesiva con él y eso demuestra que es una mujer insegura. El plan es provocar sus celos, que sienta amenazada su relación, entonces es cuando hablará por impulso y sin detenerse a pensar en lo que dice.

- No estoy entendiendo, ¿Qué debo hacer?

- Coquetearle a Inuyasha delante de ella - dijo el monje con un tic en la ceja y apretando los puños, ya que ni a él le gustaba su propio plan.

- ¡¿Qué?! pero... pero... yo nunca le he coquetado a nadie, e Inuyasha es mi amigo, definitivamente no puedo hacerlo - respondió tajante.

- Será sólo actuación, además lo harás por la señorita Aome, ¿No que deseabas saber qué es lo que pasó con ella? - la miró con seriedad.

- Es cierto ¿Pero usted no se molestará porque le coquetee a Inuyasha?

- Claro que no, después de todo ese fue mi plan y además estaré cerca tuyo para protegerte en caso de que la señorita Kikyo intente algo en tu contra.

- Bien, ¿Y cuándo lo haremos?

- Ahora mismo, no debemos perder el tiempo - su semblante cambió a uno pensativo - no sé si fue idea mía, pero me pareció que una de sus serpientes estuvo escuchando nuestra conversación de hace rato. Y si es así, ella ya debe haberse enterado de que planeamos desenmascararla.

- Entonces debemos actuar de inmediato, antes de que ella se nos adelante y haga algo en contra nuestra.

- Exacto, por eso yo me encargaré de distraerla un momento para que tú puedas acercarte a Inuyasha.

- De acuerdo - mencionó decidida.

- Bien, este es el plan...

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Miroku se acercó a Kikyo con cautela - Señorita, necesito hablar con usted - la susodicha volteó a mirarlo con antipatía que no supo disimular, tras haber descubierto sus intenciones momentos atrás.

- Por fin te dignas a dirigirme la palabra monje - la ironía en sus palabras era marcada - ¿Qué es lo que quieres? - preguntó sin apartar su afilada mirada de él.

Pacto de orgullo (Sesshome)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora