7. Fracturas del corazón

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El tiempo había pasado desde que Zhongli había tomado la decisión de dejar ir a Tartaglia, pero el dolor persistía. Aún sentía la falta de su ex esposo como un eco en su vida diaria. Las noches eran especialmente difíciles; solía despertar en medio de la oscuridad, buscando el consuelo de su abrazo, solo para encontrarse solo en su cama. La imagen de Tartaglia con Lumine era una herida que se negaba a sanar.

A pesar de todo, había días en los que la tristeza le daba un respiro, momentos en los que su mente se distraía con las tareas diarias o con la compañía de su hermana. Sin embargo, esa paz era efímera, siempre interrumpida por la constante pregunta que lo atormentaba: “¿Por qué no puede ser como antes?”

Un día, mientras se encontraba en una cafetería, Zhongli decidió que ya era hora de enfrentar sus sentimientos. No podía seguir viviendo en este limbo emocional. Con su taza de café en la mano, recordó la conversación con Ningguang, en la que ella le dijo que tenía que aprender a soltar. Tal vez era momento de buscar respuestas, de confrontar a Tartaglia y preguntarle de una vez por todas: “¿Es ella o yo?”.

Con determinación, sacó su teléfono y comenzó a escribir un mensaje a Tartaglia. “¿Podemos hablar?” Fue una pregunta sencilla, pero cargada de significado. Tras enviarlo, sintió un nudo en el estómago. Las palabras podían ser su salvación, pero también podían abrir viejas heridas.

Pasaron varias horas antes de que Tartaglia respondiera. Su corazón se aceleró al ver la notificación. “Claro, ¿dónde?” La respuesta fue rápida, como si también estuviera esperando ese momento.

Zhongli eligió un parque que solían visitar juntos. Era un lugar cargado de recuerdos, y aunque eso lo asustaba, sentía que era el ambiente adecuado para una conversación sincera. Mientras caminaba hacia el parque, las nubes grises sobre su cabeza parecían reflejar su estado de ánimo. Cada paso que daba era un recordatorio del amor que había perdido, pero también de la necesidad de cerrar ese capítulo.

Al llegar, se sentó en una banca, sintiendo la brisa fresca en su rostro. El aire era un poco más fresco de lo que recordaba, pero esa sensación lo mantenía alerta. Al poco tiempo, vio a Tartaglia acercarse. Su corazón se detuvo un instante. Aunque había pasado tiempo desde la última vez que lo vio, la familiaridad en su andar y la forma en que sonreía lo hicieron sentir como si el tiempo no hubiera pasado.

—Hola, Zhongli —saludó Tartaglia, con una sonrisa que se desvaneció al notar la tensión en el rostro de Zhongli—. ¿Te encuentras bien?

—He estado mejor —respondió Zhongli, intentando mantener la compostura—. Gracias por venir.

Tartaglia se sentó a su lado, y por un momento, ambos permanecieron en silencio, observando cómo la vida continuaba a su alrededor. Las risas de los niños y el canto de los pájaros parecían una burla a la seriedad del momento.

—¿Qué querías hablar? —preguntó Tartaglia, su voz era suave, pero Zhongli podía notar la preocupación en su tono.

Zhongli respiró profundamente, sintiendo que cada palabra que estaba a punto de pronunciar podría cambiarlo todo. Se giró hacia Tartaglia, buscando sus ojos, ese mar que siempre lo había atrapado.

—Quiero saber... —su voz tembló—. Quiero saber si hay una posibilidad para nosotros.

Tartaglia se quedó en silencio, y Zhongli sintió que su corazón se hundía. No podía seguir posponiendo la pregunta que lo atormentaba.

—¿Es ella o yo? —la pregunta salió de sus labios como un susurro, pero cargada con toda la fuerza de su dolor.

Tartaglia se quedó paralizado, sus ojos se abrieron con sorpresa y dolor. No había esperado esa pregunta, y la expresión en su rostro reveló lo mucho que esa decisión lo había atormentado.

—Zhongli... —empezó Tartaglia, su voz quebrada.— No es tan simple.

—Para mí sí lo es —interrumpió Zhongli, sintiendo que las lágrimas amenazaban con asomarse a sus ojos—. No quiero ser una segunda opción. Si decidiste quedarte con Lumine, necesito que me lo digas. No puedo seguir sufriendo así, esperando algo que tal vez nunca llegue.

Tartaglia bajó la mirada, sintiéndose abrumado por la presión de la situación. No podía ignorar los sentimientos que aún existían entre ellos, pero la realidad de su relación con Lumine lo ataba. La lucha interna lo consumía, y sabía que debía ser honesto.

—Te amo, Zhongli. Siempre te he amado —confesó Tartaglia, las palabras brotaron como un torrente—. Pero Lumine también significa mucho para mí. No quise lastimarte, pero... estaba confundido.

—¿Confundido? —Zhongli sintió que el dolor lo atravesaba nuevamente—. ¿Acaso eso es suficiente para justificar lo que hiciste?

—No, no lo es —reconoció Tartaglia, sus ojos llenos de lágrimas—. Sé que he cometido errores. Nunca debí dejar que las cosas llegaran tan lejos. No quería que esto pasara.

Zhongli sintió que su mundo se desmoronaba. Cada palabra de Tartaglia era como una espina que se le clavaba en el corazón. Sabía que aún había amor entre ellos, pero la realidad de la situación era innegable.

—Tú y yo jamás debemos cruzar caminos, Tartaglia —dijo Zhongli, su voz temblorosa pero firme—. No puedo seguir viviendo con la incertidumbre. Mereces ser feliz, pero también merezco encontrar mi propia felicidad.

El rostro de Tartaglia se iluminó con una chispa de esperanza. —Zhongli, no tengo la intención de perderte. Estoy dispuesto a luchar por ti, por nosotros.

Zhongli sintió que su corazón se aceleraba ante la declaración de Tartaglia. Sin embargo, la duda seguía acechando su mente. —¿Y Lumine? ¿Qué pasa con ella?

—No lo sé... —Tartaglia bajó la mirada, la frustración y la confusión eran evidentes en su rostro—. No quiero herir a nadie, pero tampoco puedo ignorar lo que siento por ti.

Zhongli sintió que su respiración se volvía más pesada. La situación era complicada, y se dio cuenta de que estaba en un punto de quiebre. Si decidía abrirse de nuevo a Tartaglia, podría estar aceptando una herida aún mayor.

—Escucha, Tartaglia —dijo Zhongli, tratando de calmarse—. No quiero ser el motivo de tu confusión. Necesito que seas honesto contigo mismo y conmigo. ¿Qué es lo que realmente deseas?

Tartaglia lo miró, sus ojos llenos de conflicto. —Deseo estar contigo, pero también tengo un compromiso con Lumine. Ella ha estado ahí para mí, y no quiero fallarle.

Zhongli sintió que su corazón se rompía aún más. La respuesta de Tartaglia era la que más temía. —Entonces, ¿qué quieres que haga? —preguntó, su voz se quebró nuevamente—. No puedo ser tu opción secundaria. No puedo.

—No quiero que seas eso —insistió Tartaglia, tomando la mano de Zhongli—. Quiero que sepas que aún te amo, pero necesito tiempo para aclarar mis sentimientos.

Zhongli retiró su mano, sintiendo que su corazón se rompía un poco más. —No puedo esperar. Necesito tomar decisiones por mí mismo.

Tartaglia asintió, con lágrimas en los ojos. —Entiendo.

Ambos se quedaron en silencio, la carga de lo que había sido su relación pesando en el aire. Zhongli sintió una mezcla de tristeza y alivio. Había enfrentado sus sentimientos, pero el resultado no era lo que había deseado. En su corazón, sabía que no podía seguir esperando a que Tartaglia tomara una decisión. Era tiempo de cerrar esa puerta y avanzar.

—Te deseo lo mejor, Tartaglia. Realmente lo hago —dijo Zhongli, su voz resonando en la atmósfera tensa—. Pero es momento de que ambos sigamos adelante.

Tartaglia lo miró con una mezcla de dolor y aceptación. —Lo sé. Lo siento mucho, Zhongli. Nunca quise lastimarte.

—Lo sé —respondió Zhongli, sintiendo que las lágrimas comenzaban a caer—. Pero es hora de que me cuide a mí mismo.

Con un último abrazo, Zhongli sintió cómo se quebraban las cadenas que lo ataban al pasado. Al separarse, vio en los ojos de Tartaglia la tristeza y la aceptación. La vida continuaba, y aunque su amor por él no se desvanecería de inmediato, era hora de dejarlo ir.

Mientras Tartaglia se alejaba, Zhongli sintió que una parte de su corazón se quedaba atrás, pero también sabía que había dado un paso hacia la sanación

¿Es ella o yo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora