1. Cuando el amor se desmorona

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Era un día soleado y despejado, un día que prometía ser perfecto. Zhongli caminaba de regreso a casa después de hacer las compras. Con cada paso, su corazón latía con alegría, pensando en la sorpresa que había preparado para su esposo, Tartaglia. Había planeado una cena especial, una oportunidad para acercarse, para reavivar la chispa que a veces sentía que se apagaba entre ellos.

Mientras se acercaba a su hogar, las bolsas de compras en sus manos se sentían ligeras. Había elegido los ingredientes más frescos para el plato favorito de Tartaglia y una botella de vino que habían guardado para ocasiones especiales. Visualizaba la mesa puesta, la cálida luz de las velas, y cómo sonreiría su esposo al ver lo que había hecho por él. Sin embargo, a medida que caminaba, no podía sacudirse la sensación de que algo no estaba del todo bien.

Decidió tomar un camino diferente, uno que lo llevaría a través del parque. Las flores estaban en plena floración, los árboles se mecían suavemente con la brisa, y la risa de los niños jugando a lo lejos le trajo un momento de paz. Pero a medida que se acercaba a un banco, su corazón se detuvo.

Allí estaba Tartaglia, sentado con una chica de cabello rubio a su lado. Su risa resonó en el aire como un eco lejano que parecía distorsionar la realidad a su alrededor. Zhongli sintió un escalofrío recorrer su espalda. Intentó convencerse de que no era lo que parecía, pero algo en la cercanía de su esposo a esa mujer le hizo retumbar el corazón.

-Cariño, podrías darme un beso? -preguntó la chica, sus ojos brillantes mientras se inclinaba hacia Tartaglia.

Zhongli sintió que el tiempo se detenía. No podía apartar la mirada mientras, en un momento que se sintió como una eternidad, Tartaglia sonrió y se inclinó hacia ella. Sus labios se encontraron en un beso que se sintió como un puñal atravesando el pecho de Zhongli. La risa que había escuchado antes ahora resonaba como un eco desgarrador en su mente, y todo su mundo se desmoronó en ese instante.

Las lágrimas comenzaron a llenar sus ojos. No podía creer lo que veía; la traición se manifestaba ante él de la manera más cruel posible. Su corazón, que antes latía con amor, ahora se sentía pesado y desgarrado. La imagen de su esposo, la persona que había prometido amar, compartiendo ese momento íntimo con otra, lo dejó paralizado.

Sin poder soportar más, Zhongli dio media vuelta y corrió, dejando caer las bolsas de compras en el suelo. Cada paso que daba era un intento desesperado por escapar de la realidad que lo perseguía. Su mente estaba en caos; las imágenes del beso se repetían como un mantra doloroso. ¿Cómo había llegado a esto? ¿Qué había fallado en su relación?

Llegó a su hogar, se lanzó contra la puerta de su habitación y gritó, su voz resonando en la soledad del espacio. No podía creer que la persona a la que amaba profundamente lo hubiera traicionado. Sentía que todo lo que había construido se desmoronaba ante sus ojos. Se dejó caer al suelo, las lágrimas brotando sin control mientras se abrazaba a sí mismo, buscando consuelo en medio de la tormenta emocional que lo inundaba.

Durante horas, Zhongli permaneció en el suelo, sintiendo que el tiempo se desvanecía. Su mente se llenó de recuerdos: las risas compartidas, los momentos de ternura, las promesas que habían hecho el uno al otro. Todo parecía una ilusión ahora, un sueño del que no podía despertar. Se preguntó si Tartaglia había sentido alguna vez el mismo amor que él sentía.

Finalmente, el reloj marcó la medianoche. La soledad y el silencio de la casa se hicieron abrumadores. Con cada campanada, su corazón se hundía más en la desesperación. No sabía si Tartaglia se daría cuenta de su ausencia o si simplemente continuaría con su vida como si nada hubiera pasado. La incertidumbre le carcomía por dentro.

¿Es ella o yo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora