10. El peso del pasado

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Los días se sucedían, uno tras otro, con la monotonía de una tormenta incesante, y el corazón de Zhongli, desgarrado por el amor, parecía no encontrar consuelo. Llanto y anhelo eran sus compañeros constantes, y cada mañana despertaba con la sensación de que el peso de su tristeza era aún más abrumador. Cada lágrima que caía era un recordatorio de su exesposo, el hombre que había sido su todo y que, sin embargo, lo había traicionado de la manera más dolorosa.

Los fines de semana, su hermana Ningguang hacía lo posible por distraerlo, llegando a su casa con la energía de un torbellino. Ella sabía que ver a su hermano de esa manera la devastaba. Sin embargo, por mucho que lo intentara, Zhongli seguía atrapado en su propio laberinto de desdicha.

—¡Vamos, levántate de la cama! —exclamó Ningguang, mientras jalaba a Zhongli, intentando sacarlo del abismo que había creado a su alrededor. La luz del día se filtraba a través de las cortinas, pero su hermano se negaba a dejarla entrar en su vida.

—El clima está perfecto. ¡Vamos a pasear! —añadió con una mezcla de impaciencia y cariño.

Pero Zhongli, como un niño rebelde, solo se dio la vuelta, ocultando su rostro en la almohada.

—Ningguang... deja mi teléfono —dijo, su voz ahogada por la tristeza. No se movió, incapaz de enfrentar la realidad que lo rodeaba. Sus ojos, enrojecidos y cansados, hablaban de noches sin sueño, de lágrimas derramadas en silencio.

—¡Vamos! No puedes estar deprimido todo el tiempo. Necesitas conocer gente nueva, salir de tu burbuja —dijo ella, sus palabras llenas de esperanza, pero también de frustración. Se sentó al borde de la cama, su mirada fijándose en el teléfono de Zhongli, como si pudiera encontrar en él una solución mágica.

—Pero yo no quiero salir de mi burbuja... Solo quiero volver a estar con él... realmente lo extraño... —su voz tembló, una mezcla de desespero y resignación. Recordar el engaño era un puñal en su corazón, y no estaba dispuesto a enfrentarse al mundo exterior.

—Por favor, hermano, él no es el único hombre en el mundo —insistió ella, tratando de infundir un poco de razón en la tormenta emocional que azotaba a Zhongli. Después de un breve silencio, sus ojos se iluminaron con una idea. —¿Sabes que en el trabajo me recomendaron una aplicación? Se llama Tinder. Tal vez ahí puedas conocer a alguien más.

—¡Pero yo no quiero a nadie más! ¡Solo lo quiero a él! —las palabras salieron de su boca como un grito desesperado. Su corazón se desgarraba con cada sílaba.

—¡Zhongli, por favor! —suplicó Ningguang, intentando contener la frustración. —Solo intenta. Hazlo por mí. Solo por esta vez, ¿sí? —La súplica de su hermana resonó en su mente mientras ella lo miraba con ternura, tratando de convencerlo de que había un mundo más allá de su sufrimiento.

Finalmente, después de un largo intercambio de miradas y palabras, Zhongli se rindió. A pesar de su resistencia, terminó en un restaurante, sentado en una mesa, sintiendo que el ambiente era un cruel recordatorio de lo que había perdido. Ningguang, manteniendo la distancia, se había asegurado de que la cita a ciegas estuviera a su alcance.

El tiempo pasó y la incertidumbre lo devoraba. Su cita llegó con retraso, y Zhongli se sintió más desalentado con cada minuto que pasaba. Cuando el hombre finalmente apareció, un tipo atractivo con un ramo de rosas en la mano, Zhongli sintió una mezcla de sorpresa y desdén.

—Lo siento por llegar tarde, hubo mucho tráfico. Espero que no te moleste —dijo el hombre, sonriendo mientras se sentaba frente a él y le entregaba el ramo.

—No... no me molesta —respondió Zhongli, aunque su mente estaba lejos. Las rosas lo hicieron recordar a su exesposo, quien solía traerle flores sin razón aparente. Aquel gesto, que solía traerle alegría, ahora solo era un recordatorio de lo que había perdido.

¿Es ella o yo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora