20➳ Piel Con Piel

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Poppy se levantó rápidamente de su cama, se puso sus zapatos y fue directo a la habitación de su madre

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Poppy se levantó rápidamente de su cama, se puso sus zapatos y fue directo a la habitación de su madre. Todo estaba en oscuridad, la única ventana permanecía tapada con una cortina negra por petición de la enferma. Entonces, la chica resbaló con los paños teñidos de rojo que se habían usado para tratar de frenar el sangrado y se alarmó al contar más de seis.

En el lugar se respiraba un ambiente de enfermedad, era un olor nauseabundo que provenía principalmente de la cama donde yacía su madre, vuelta loca por completo. Sujetaba con fuerza su cuello con una mano y la otra la metía entre sus piernas con tal brusquedad que se provocaba gritos de dolor.

Poppy se acercó con horror y su estómago se revolvió ante tal escena. Quería llorar, no soportaba ver a su madre así, debía buscar más medicina.

—¿Qué le pasa? —le preguntó a Luther con miedo.

—Comenzó a delirar desde la mañana. El curandero dice que ya no hay nada más que pueda hacer.

—Y la medicina...

—No dio resultado. Si tan solo se lo hubiéramos dado un poco antes... —Dio un golpe con fuerza al único mueble que había en la habitación.

Sin previo aviso, Susana pegó un grito tan fuerte que hizo que Poppy corriera a la puerta. Con los ojos llorosos, fue testigo de cómo su madre sujetaba una bola de carne deforme, la dejó caer al suelo y después no se movió más.

Estaba muerta, su madre estaba muerta.

No soportó más y salió corriendo para el patio. Lloró tan fuerte como pudo al bajar las escaleras, viendo cómo toda la casa parecía dar vueltas y volverse más pequeña. Se negaba a creerlo, primero su padre, ahora Susana. Todos la habían abandonado y tenía pánico de quedarse sola; ya había perdido a toda su familia. Sentía que estaba empeorando cada vez más y estaba cayendo en un pozo sin fondo, se quedaría sola y eso la aterraba.

—Pequeña, no llores más. —Luther la abrazó y la detuvo antes de que saliera de la casa—. Saldremos de esto, lo prometo. Aquí estaré para ti.

—¿Lo prometes?

Como respuesta, él la abrazó y Poppy dejó salir todo lo que la atormentaba.
Perdió la noción del tiempo, no le importó nada más que refugiarse en los brazos de Luther. Estuvieron así hasta que él le indicó que debían despedirse de Susana.

La chica se mantuvo al margen, sollozando en una esquina mientras sacaban el cuerpo de su madre de la casa. No quiso verlo, ni decirle adiós. Quería pensar que era una pesadilla, que en cualquier momento iba a despertar y que toda su familia y amigos estarían con ella.

Luther la acompañó en todo momento, le llevó comida y fue muy comprensivo con ella. Era lo único bueno que le había pasado entre tanto caos.

Los sonidos de la puerta hicieron que Poppy pegara un brinco y vio con ojos suplicantes a Luther. Desde que su padre había sido encarcelado, habían parado las pesadillas y apariciones que implicaban al lobo; aun así, se sentía insegura y no quería quedarse sola.

Promesas De Un Traidor © ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora