Le dejaron un vaso en frente y lo tomó después de dejar unos billetes en la barra.
—¿Y usted? —preguntó antes de dar un pequeño trago al vaso.
—¿Yo? Bien, gracias. —contesté rápido, sin tartamudear o titubear.
—Uh, me alegro... —rió. —Pero la última vez que la miré dije que si la volvía a ver conseguiría su nombre.
—Ana Paula. —dije.
—Lindo... —me sonrió, inclinó la cabeza. —¿Bailas? —negué con la cabeza, la última vez que lo hice fue hace más de año y medio. No quería que pensará que lo rechazaba, aunque así era por lo que dije:
—No estoy lo suficientemente ebria. —bromeé dando un trago a la botella. No quería aparentar inseguridad, otra vez.
—¿Por qué huiste de mí? —fruncí el ceño. —Allá afuera, hace como diez minutos. —mis cejas dejaron de fruncirse para alzarse.
—¿Eras tú el del callejón? —asintió bebiendo. —¡Me has asustado hasta la mierda! —exclamé, la vergüenza me llenó así que dejé de mirarlo.
—No fue mi intención, lo siento... —me miró apenado. Su mirada se fijó detrás de mí, no pude evitar la curiosidad así que volteé. En el segundo piso en una mesa estaba Marto con su novia, a su lado Villa y una chica de pelo azul junto con otro chico que miraba a Juan. —Ahora vuelvo... —mencionó para después alejarse con su vaso. Al instante Margarita se colocó a mi lado.
—Es muy guapo... —dijo con una sonrisa— ¿Cómo se llama?
—Juan Pablo. —dije.
—Dos especiales. —le indicó al barman. —No te fíes tan fácil eh, pero no te hagas la difícil. —aconsejó. —¿Quién lo diría? Te dejé treinta minutos sola y ya bailas con un ojimiel y platicas con un pelo negro, me sorprendes. —el barman dejó dos pequeños vasos con alcohol frente a nosotras, ella pagó.
—Hablando de, ¿no te diste cuenta de que él quería contigo? —reproché.
—Oh, claro que lo noté pero tengo chico y miré perfecta la oportunidad para ti.
—Fue vergonzoso, ni siquiera bailamos, huí al baño. —mencioné. Ella me regañó con la mirada.
—Te perdonó sólo porque sé que ese pelinegro es del que me hablaste en la tarde. —me pasó uno de los dos vasos. —Por el mes de Junio. —levantó el pequeño vaso de cristal y se lo empinó. Me miró alzando las cejas, esperando que yo también bebiera, tomé entre mis dedos el vaso para beberlo de uno solo. —Como en los viejos tiempos... —mencionó arrastrándome a la pista de baile, un pequeño flash invadió mi cerebro, cuando a los diecinueve me colaba en clubes y bebía sin conciencia.«Como cambian las cosas..»
Me sentí mareada, llevaba sólo dos tragos, oh vamos, yo aguanto más que eso.
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Estrellas Rotas || Juan Pablo Isaza
FanfictionHasta que todo se haya dicho, hasta que todo se haya hecho, hasta que tu respiración se detenga, esto no se ha acabado... Cariño, solo aguanta. Esta historia es una adaptación, todos los créditos son para Elena Salazar.