Vida saludable.

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Yo tenía en claro que era importante tener un balance en dieta y ejercicio, por ello cada mañana salía a correr por lo menos treinta minutos. Pero esta mañana tenía pereza, me convencí de que saldría a correr pero decía eso cada cinco minutos y al final no lo hice. Ya era tarde para ir al trabajo.

«¿Qué me sucedía hoy?»

La tarde transcurrió normal mientras atendía a jóvenes parejas y familias en la taquilla. Nunca me quejé sobre mi empleo, durante siete horas vendía boletos para las películas, y rara vez me decían que hiciera limpieza en el área de golosinas porque a algún niño se le había caído, ya que la chica de limpieza se negaba a limpiar desastres fuera de las salas o baños, la recepción era mi territorio o de Martín. Quien tenía el mismo puesto que yo. Además trabaja tan sólo cuatro días a la semana, en un horario medio, ni muy temprano ni muy tarde.

—Hola, hola. —se acercó Margarita sujetada de la mano de Aleho, les dediqué una sonrisa.

—Hola, chicos. ¿Cuál van a ver? —pregunté cortésmente.

—Dos para Barbie. —tecleé en el computador.

—La siguiente función inicia en quince minutos, ¿está bien? —los miré con las cejas levemente alzadas, detrás de Aleho miré al chico de cabellos oscuros, haciendo fila.

—Claro. —respondió mi amiga, presioné el botón azul y los boletos se imprimieron.

—145 pesos, por favor. —mantuve mi mirada abajo, sé que el chico probablemente ni recuerde mi rostro pero que pena si lo hace.

—Toma, gracias. —Aleho pasó el dinero mientras le entregaba los boletos.

—Que disfruten la función. —les sonreí.

—Oh, Ana Pau, recuerda que en tres días inicia junio. —habló, la sonrisa en su cara era de burla combinada con emoción. Solté un breve suspiro de dramatismo, una chica de cabellos rojizos se acercó a la taquilla, ¿y el castaño? Miré a la taquilla de Martín, él atendía al chico. Otro suspiro escapó de mis labios.

Estrellas Rotas || Juan Pablo IsazaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora