ZÚRICH

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Cubierta con una gabardina gris, con el cuello de esta alzado para ocultar parte de su rostro, Lena caminaba lentamente con todos sus sentidos alerta, siempre preparada para reaccionar ante cualquier movimiento sospechoso. No había notado que nadie la seguía pero, aún así, no quería bajar la guardia.

Estaba anocheciendo y ya se habían encendido las farolas de la calle, al igual que los escaparates de las tiendas que había en aquella calle. Una de ellas era su destino, una tienda de antigüedades que hacía esquina con un callejón. Se detuvo frente a la puerta de aquel negocio y miró hacia ambos lados antes de entrar. Dentro, junto a la entrada, había una pequeña mesa con algunos objetos antiguos que había allí de exposición. Aquello le vino de perlas para dejar disimuladamente una pequeña bolsa de terciopelo negro que extrajo de un bolsillo de la gabardina.

– En seguida salgo –sonó la voz del dueño del local desde la trastienda al poco de escucharse la campanilla de la puerta. 

Lena esperó frente al mostrador con las manos metidas en los bolsillos mientras echaba una ojeada a su alrededor. El lugar estaba muy descuidado y la mayor parte de los objetos que vendía estaban cubiertos de polvo y telarañas. Se veía a la legua que pocos clientes entraban en él. De no saber bien que ese negocio era solo una tapadera, se habría preguntado como aún continuaba abierto.

El dueño finalmente salió. Era un tipo de mediana edad, bajito y delgado, que cubría su calva con un gorro de lana. El tipo sonrió maliciosamente al verla.

– Por fin has llegado, Luthor. Espero por tu bien que lo hayas traído. El trabajito en París no ha sido nada barato.

Sonriendo de la misma forma, Lena introdujo una mamo bajo la gabardina para extraer el objeto que tenía guardado en un bolsillo interior. Al tipo le brillaron los ojos al contemplar el ídolo de oro que representaba al dios egipcio Anubis..

– ¡Lo has conseguido! –extendió una mano – Entrégamelo, quiero verlo de cerca.

Lejos de entregárselo, Lena lo apartó para que no pudiera cogerlo.

– Primero el mapa. Lo de Egipto también ha costado lo suyo. La leyenda que dice que el ídolo está protegido por momias que atacan a los intrusos que entran en el templo es cierta. Tengo algunas cicatrices en el cuerpo que lo atestiguan.

El tipo puso una sonrisa de zorro.

– Ya lo imaginaba. Por eso envié a la mejor.

Lena puso una sonrisa de sarcasmo.

– Me alagas. Pero, aún así, quiero ver el mapa primero –echó una ojeada al ídolo antes de volver a clavar sus ojos verdes en aquel hombre –. Sé que hay más gente interesada en este ídolo y seguro que se mostrarían más colaboradores que tú.

El tipo suspiró resignado.

– Cómo quieras.

Se dirigió hacia uno de los cuadros que adornaban la pared detrás del mostrador. Este resultó ser uno de esos cuadros falsos que ocultaba una caja fuerte. Introdujo la combinación, la abrió y extrajo de él un maletín blindado. Lo colocó sobre el mostrador y lo abrió, mostrándole a Lena su contenido. Esta vez, fue a ella a quién le brillaron los ojos al ver dentro lo que esperaba, un mapa antiguo dibujado en un pergamino y que estaba cubierto por un plástico para conservarse mejor.

– Espero que sea auténtico. Si es otra falsificación, me voy a enfadar mucho.

– Lo es, querida. Esos cabrones del Louvre lo tenían bien guardado en una de sus cámaras acorazadas, tal y como dijiste. Si no fuera auténtico, no se habrían tomado tantas molestias en evitar que salga a la luz. De todas maneras, puedes hacerle pruebas, si quieres.

TOMB RAIDERS (Rojascorp)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora