NATIONAL CITY

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– Bienvenida de nuevo a casa, señorita Luthor ¿Quiere que guarde su equipaje de mano o que se lo vuelva a preparar?

Frank siempre hacía la misma broma cuando Lena regresaba a la Mansión Luthor después de uno de sus muchos viajes.

Lena le dedicó una sonrisa.

– Mis cosas están en el coche. Súbelo todo a mi habitación. Pero, antes, quiero que me traigas un maletín blindado que encontrarás en el asiento del copiloto. Estaré con Winn.

El tipo asintió.

– Como guste. Encontrará al señor Schott en su lugar de costumbre.

Lena le dedicó otra sonrisa antes de adentrarse en la enorme mansión mientras él se ponía manos a la obra.

Frank, un hombre entrado en la vejez, con cabello y bigote grises, pero alto y robusto, había cuidado de ella desde que era una niña y para él era como una hija, aunque siempre la tratara de usted por formalidad. Durante décadas, había servido fielmente a los Luthor y jamás había cuestionado ninguna de sus órdenes. Pero, cuando el señor Lex Luthor fue condenado a cadena perpetua y le ordenó que envenenara el té de Lena como represalia, tuvo que elegir entre la lealtad a la familia o la lealtad a Lena, ganando esta última.

Lena cruzó un gran hall que parecía el interior de un palacio en dirección a una puerta doble, la cual abrió. Esta daba a una habitación que desentonaba por completo con el resto de la casa. La habitación estaba llena de monitores, teclados, consolas y CPUs, además de cables y paneles con fusibles por todas partes. Era como si la mansión fuese un gran decorado de cine y Lena hubiera entrado entre bastidores.

Winn Schott se encontraba tecleando algo delante de uno de los monitores. Cuando Lena entró, dejó lo que estaba haciendo para volverse hacia ella.

– ¡Lena! Ya has vuelto ¿Qué tal por Suiza? ¿Conseguiste el mapa?

Lena asintió con una gran sonrisa.

– Lo tengo. Y este es el auténtico.

– ¡Genial! –dijo Winn mientras hacía un gesto como si estuviera viendo un partido y acabara de marcar su equipo – ¿Dónde está? Me gustaría verlo.

– Frank lo traerá. Tú, mientras, quiero que busques información sobre Morgan Edge.

La sonrisa de Winn se borró al instante.

– ¡Morgan Edge!

– Tuve un encontronazo con él en Zúrich. Por suerte, mi último juguetito funcionó a las mil maravillas. De lo contrario, ahora estaría criando malvas.

– Esto no me gusta nada –dijo preocupado –. Cuando Edge se mete de por medio, siempre se producen muertes.

– Siempre hay muertes en mis trabajos, con Edge o sin él. Ahora, déjate de tonterías. Quiero que investigues sus movimientos. Ese cabrón no volverá a pillarme desprevenida. Por cierto, tenemos que cambiar de contacto en Europa, el de Zúrich ha «presentado su dimisión».

Winn arqueó las cejas. Sabía perfectamente que significaba eso.

– ¿No lo habrás matado?

Lena negó con la cabeza.

– De eso ya se habrá encargado Edge o cualquier sabandija con quién tuviera negocios. Ahora, busca la información sobre Edge.

Winn volvió a girarse hacia el monitor y se puso a teclear.

– Esto me va a llevar un tiempo.

– Tarda lo que quieras, pero hazlo bien. Yo voy a buscar a Frank, ya debería haber llegado con el mapa.

TOMB RAIDERS (Rojascorp)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora