Capítulo 16

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...ma, si yo fuera del Real, seguramente tú fueras Barcelona por lo culona, por lo culona. Tú mi diablo y yo tu diablo. ese culito va bajando, quieres jugarlo y estás calentando, a los penales quiero llevarlo...

🪐

Recogí el peine del suelo y me miré en el espejo. Me coloqué el pelo detrás de las orejas y sonreí al verme. Poco a poco estaba recuperando mi luz, llevaba tanto tiempo iluminando a los demás que me olvidé de que yo también podía brillar.

Me desmaquillé y me eché un poco de crema hidratante en la cara, estuve aprovechando el tiempo hasta que Misho llegase. Me prometió que vendría y aunque en ocasiones sus promesas se las llevaba el viento. Preferí confiar en él antes que posicionarme en su contra y pensar que de nuevo fallaría a sus palabras.

Salí del baño y me tumbé en la cama, cogí el móvil y me puse a ver tiktok mientras que mataba el tiempo. Un par de horas atrás estaba con él en aquella sala dándole ánimos, ignorando a los presentes y sintiendo que a pesar de todo teníamos que tener una conversación para arreglarlo. Mentalmente estaba bien, me noté fuerte y por primera vez tuve claro cuales eran mis prioridades. Quizás estuve demasiado tiempo dudando cuando siempre tuve la intención de verlo. Era el miedo el que me frenó, el rechazo que podría haber sentido por su parte y que el momento era demasiado delicado. Al final nos dijimos cosas que no sentíamos y como solo habían pasado dos días, todo estaba muy reciente.

"Estoy en la puerta, ábreme"

Leí el mensaje de Misho en cuanto me llegó la notificación. Me bajé de la cama y caminé descalza hasta la puerta. Eran las tres de mañana, sentía que los ojos me pesaban y empecé a bostezar muerta del sueño. Abrí la puerta y al otro lado estaba él, seguía con la cara desencajada, pero se le notaba mejor. Me hice un lado para que pudiera pasar, caminó lento hasta llegar al escritorio y dejó la mochila que llevaba en la espalda.

- ¿Cómo estás? -me atreví a preguntar.

- Mejor -no me miró, se quitó los zapatos y se tumbó en la cama -y ahora que estoy aquí mucho mejor.

- Gracias por venir -cerré la puerta de la habitación y antes de hacerle frente a la situación puse el aire acondicionado.

De la nada, tan solo con su presencia comenzó a entrarme calor. Me pasaba siempre que lo tenía cerca, me imponía y me ponía muchísimo y había veces que con solo mirarme con aquellos ojos mi cuerpo reaccionaba en cuestión de segundos.

- No me tienes que dar las gracias -se apoyó en el cabecero y me miró -. Valoro mucho el hecho de que hayas venido, pero sobre todo que te hayas preocupado por mí.

- Sabes que me importas mucho. No sé por qué te sorprendes -me senté en el borde de la cama y jugué con los anillos que llevaba en los dedos.

No pude mirarle a los ojos, si lo hacía iba a acabar rendida a sus pies y yo no quería caer tan rápido. Siempre me pasaba lo mismo, era débil y aprendí a no achantarme, pero yo estaba acostumbrada a enfrentarme a un tipo de personas y Misho se alejaba bastante de la gente de mi alrededor. Con él nada funcionaba, supongo que estuve rodeada de gente mala y falsa toda mi vida que cuando llegó alguien leal no supe actuar de otra forma que no fuera estar a la defensiva siempre.

- Lo que me dijiste en mi casa, por ejemplo -aquel tono de voz no me gustó nada.

El Misho de horas antes desapareció por completo. Volvió su versión más fría, estaba todo el rato a la defensiva y me molestó, pero no pude hacer nada porque por primera vez la que inició todo el conflicto fui yo.

Cúrame ▪︎ MISHO AMOLIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora