Capítulo 20 🔥

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Contenido +18, mi intención no es sexualizar a nadie. Es solamente contenido para la trama.

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...My touch, your lovely skin you can make me feel whatever you want, whatever you want...

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MISHO

La miré fijamente a los ojos, el sol se estaba poniendo y el vaivén del reflejo de las olas hizo de aquella velada muy especial. Egipto, el gran sueño de su vida, vivía por y para la antigua civilización egipcia. Quien necesitaba guía en aquella ciudad teniéndola a ella. No le hacía falta nada más que abrir la boca y comenzar a vaciar sus conocimientos. Aquel viaje fue una experiencia increíble, conocí una faceta suya que hasta la fecha desconocía. Ella decía que nunca destacó por su inteligencia, en el colegio siempre tuvo problemas, pero lo cierto fue que era mucho más lista de lo que ella se imaginaba. Escucharla hablar fue música para mis oídos, la forma en la que sus ojos brillaban de nuevo al ver cada resto, esas ganas de querer soltarlo todo y demostrar que su única motivación fue conocer y describir más acerca del Antiguo Egipto.

Bebió un poco de vino, sostenía la copa con elegancia y entonces sonrió acercándose a mí. Su nariz acarició la mía, me tomé aquel gesto como una invitación a dar rienda suelta a la tensión que llevábamos acumulando durante todo el viaje. Con Miki en la habitación no hubo ni un solo segundo de intimidad y en aquel momento estábamos solos. Embestí sus labios, relamiendo ese sabor a vino que se quedó impregnado en ellos. Gala se apoyó sobre el escritorio y dejó la copa sobre él para poder pasar sus manos por mi cuello. Mi brazo derecho envolvió su cintura, pegué todo mi cuerpo a ella, con la otra mano le acaricié las piernas y sonreí en cuanto noté como el vestido se le había subido dejando sus piernas al descubierto. Gala se sentó sobre el escritorio y me coloqué entre sus piernas y fui acercando la mano hasta su intimidad. El tanga de encaje que llevaba estaba húmedo, sonreí contra su boca al ver lo rápido que su cuerpo reaccionaba a mí. Ejercí presión entre su cuerpo y el mío, empotrándola contra la pared, todo el escritorio se movió.

Mi boca fue la que tomó la iniciativa, otro beso más fruto del calentón que ambos llevábamos encima. Soltó un leve gemido en cuanto mi dedo índice acarició su intimidad por encima de la telita que la cubría. Me agarró del cuello, su boca se fundió con la mía, me besó con ganas, con muchísimas ganas. Sus labios húmedos e hinchados devoraron mi boca como nunca antes lo habían hecho. Rodeó mi cuerpo por sus piernas, impidiendo el roce que mi mano estaba ejerciendo sobre su piel. La agarré de las caderas, frotando mi abultada intimidad contra la suya.

— Miki va a subir en cualquier momento —susurró, más bien, jadeó mientras su boca seguía pegada a la mía.

— No tiene la tarjeta —sonreí con malicia, ella se mordió el labio inferior.

— Me sabe mal dejarlo fuera, pero tengo un calentón encima...

— Anda, cállate —le agarré el cuello con la mano y devoré su boca.

La cara que ponía cada vez que mi mano se posaba en su cuello con rudeza y posesividad era para enmarcarla y mirarla cada mañana al despertar. Me miraba con inocencia, pero a la vez con lascivia, esa mirada feroz que me desestabilizaba, esa mirada que pedía más y que yo siempre estuve dispuesto a darle. Quise arrancarle el vestido, quitarle el tanga y fundirme en ella, el calor empezó a hacer estragos en aquellas cuatro paredes.

Cúrame ▪︎ MISHO AMOLIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora