Capítulo 2

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...De a poco lo nuestro se estaba acabando y ni cuenta nos dimos. Podría jurarte que no te fallé, pero ¿para qué? si ya todo acabó, hoy me pongo triste solo de pensar lo felices que fuimos. Y aunque ya no estés aquí, no estés aquí, no estés aquí, quiero borrar mi memoria porque en mi memoria aún no te perdí. Y si no me amas a mí y hay otro que te hace feliz, espero que esa persona sepa sacar todo lo mejor de ti...

🪐

- Deja de mirarlo -Cata me echó agua en la cara.

- ¿Eres tonta? -apreté los ojos y le saqué el dedo -. Y no lo estoy mirando.

- Ya, claro -mi amiga rodó los ojos. Salí del agua dejándola con la palabra en la boca. Fui hasta la piscina pequeña y observé que Jimena estuviera bien.

- Jimena, cuando quieras sal a merendar -voceé para que me escuchara.

La niña me miró dubitativa durante unos segundos y tras pensarlo bien salió del agua. Vino hacia mí tiritando y me agarró de la mano, caminamos juntas hasta nuestras hamacas, pasando por delante de Misho. Me puse recta y quizás me contoneé un poco al pasar justo por delante de él, fue un gesto que me salió solo y que no me dejó indiferente. Tapé a Jimena con una toalla y le di el tupper con fruta tal y como me había indicado Lourdes.

Me puse las gafas de sol y me dediqué a mirar al cielo evitando por todos los medios al búlgaro. Había pasado una semana desde que lo vi por última vez, o mejor dicho, desde que nos dirigimos la palabra, desde entonces habíamos coincidido un par de veces contadas. Fue raro volver a la rutina de tenerlo cerca y más cuando se quedó toda la semana en Barcelona. Por suerte la vuelta de Misho no afectó a mi relación con Álvaro, agradecí que en todo momento me entendiera y me respetara en cada una de mis decisiones. Él era plenamente consciente de que tenía que tener una conversación con Misho y me dio mi espacio para que pudiera solucionarlo todo. Pero lo que él no sabía y mucho menos yo me esperaba, era que al verlo todo en mí iba a florecer.

- ¿Podemos jugar en la piscina al terminar de merendar? -me preguntó y yo asentí con la cabeza -. Es que Cata no para de hablar -quise reprimir la risa, pero no pude. Catalina hablaba por los codos y llegaba un punto en el que lo mejor era desconectar y dejarla a hablar sin estar prestando atención. Me sabía mal porque era mi amiga, pero me saturaba la mente con sus rayadas que ya me había contado mil veces -. ¿Podemos decirle a los chicos que jueguen? -propuso, nerviosa dudé.

- No creo que sea buena idea -tosí nerviosa -. Además que seguramente no quieran.

- Jooooooo -se cruzó de brazos e hizo pucheros mostrando su enfado -. Es que yo quiero ir a jugar con ellos.

- Puedes ir si quieres -sonreí.

- Yo quiero contigo también -insistió -. Por fi, Gala -me miró con ojos de corderito, a los cuales era imposible decirles que no.

- Está bien -accedí -, pero cuando termines de merendar.

- Tiramos a Misho a la piscina -me miró con malicia, me giré para mirarlo, estaba de pie, sobre el bordillo, tenía los brazos cruzados y hablaba con Nil de forma seria.

- Vale, pero acábate la fruta -insistí.

- No quiero más, la manzana no me gusta -me dio el tupper y al ver que quedaban solo dos trozos asentí con la cabeza.

Cúrame ▪︎ MISHO AMOLIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora