glitch

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Las perlas de colores brillan dentro de cada platillo transparente, Marianne sostiene con cuidado el borde del elástico mientras forma un nudo para que ninguna de las cuentas caiga. Para ese punto de la tarde ha perdido la noción con respecto a cuantas pulseras ha hecho, todas representaban eras de Taylor o frases de sus canciones más populares. 

Ella deja de lado su arduo trabajo para observas su propia muñeca, las perlas blancas contrastan con el verde y son acompañadas por el color dorado. De seguro ha chillado más veces en una semana que en todo un año, Nick no para de repetirle que parece estar a punto de enloquecer solo por asistir a un concierto y ella no lo culpa, él no entiende los sentimientos que guarda muy dentro de su corazón. 

Frente a su puerta pasa una figura que se detiene al verla, Charlie Spring le sonríe y ella le devuelve el gesto. 

─¿Puedo adivinar el por qué de esa sonrisa?

Ella levanta su mano y la sacude, dejando en evidencia su nuevo accesorio, cortesía de Imogen. El chico entra a su habitación y se deja caer junto a ella, sonriendo con emoción al notar que se trata de una canción de Taylor, no solo una canción, esa es la canción. 

─¿Te lo dio esa persona?─Ella vuelve a asentir y él aplaude con entusiasmo ─Eso es prácticamente una confesión, Dios, estoy tan feliz por ti. 

Snow On The Beach, aquella canción significaba un amor correspondido, que esa persona siente lo mismo por ti y que es bellamente raro. Ella espera que Imogen le de el mismo significado, que entienda lo mucho que arde su corazón con una simple mirada de su parte. Porque cada parte de ella significa un sin fin de estrellas parpadeando a su alrededor. 

─Es Imogen...

Su voz es pequeña, como una niña pequeña admitiendo una travesura que puede poner en peligro una mentira perfectamente construida, ella misma es una mentira. Marianne juega con la pulsera mientras espera la reacción de Charlie, algún comentario como "lo sabía" o "¿estás segura?". Sin embargo de su parte solo recibe el calor de un abrazo, siendo recibida por la más honestas de las aceptaciones. 

Charlie es el primero en saberlo, sin contar a sus mejores amigas, pero el miedo no parece hacerse presente, ¿contarle a su familia se sentiría igual de tranquilizador? Ella no lo sabe, pero en el fondo espera que sea de ese modo. 

Los minutos pasan en silencio, él no dice nada y al mismo tiempo lo dice todo, tal vez aquello es lo que le hacia falta para comprender que nada está mal con ella o con sus sentimientos. Lanzarse de lleno a lo que cree correcto no es un error y Charlie consigue dejárselo en claro con un simple abrazo. 

El chico se marcha cuando Nick lo llama, últimamente pasan casi todas las tardes de esas vacaciones juntos y Marianne puede notar el gran cambio en la actitud de su hermano. Nick es Nick solo si Charlie está ahí, como si brillara como una esfera disco. 

Cuando se dispone a volver a trabajar, su teléfono suena y ella contesta al notar que se trata de Imogen, la montaña de pulseras se ve derrumbada cuando Anne se deja caer sobre la cama con emoción. 

─Hey, ¿qué tal?

Su voz animada se ve sofocada por el sollozo al otro lado de la línea, su corazón se detiene por lo que parece ser una milésima de segundo. 

─Anne...

Su apodo parece ser lo único capaz de decir y Marianne se pregunta si está soñando, ¿algo malo está sucediendo? Que puede tenerla de esa forma, ¿qué puede romper así su corazón?

─Imogen, ¿qué pasa?

Los sollozos poco a poco desaparecen, pero su respiración alterada le susurran al oído, parece estar aterrada y ella misma se ve levantándose de la cama para buscar su abrigo. Solo necesita verla, saber que todo está bien y entonces podrá tranquilizarse. 

─Estaré en tu casa en diez minutos, ¿estás ahí?

─¡No! No vengas...─ Ahora la que siente pesar es ella, ¿acaso ha hecho algo? No puede recordar haberla lastimado o herido con algún comentario inapropiado, tampoco haberla presionado de alguna forma ─Solo estoy..estoy atravesando una crisis, ya sabes..

Imogen esta ahí, sus manos sostienen el teléfono mientras escucha la voz de Marianne en el teléfono, ahora se pregunta a si misma si llamarla fue la mejor opción. 

Ella observa su revista sobre la cama, esa que compro en la estación de regreso a casa, la misma esta abierta en la hoja siete y un test de bisexualidad se ve marcado con sus propios lapices rosados. 

Su labio inferior tiembla antes de comenzar a llorar otra vez, el miedo de que algo este mal con ella no le permite responder y se ve obligada a cortar la llamada. 

Los segundos se convierten en minutos y ella se permite hacerse más pequeña bajo sus mantas, ahogando su llanto contra la almohada para que nadie en esa gran y vacía casa la escuche. Pretende callar sus pensamientos y miedos, pero entonces un peso extra en la cama la hace temblar y el aroma a vainilla llega a ella, es Marianne. 

─La nana me dejo entrar, créeme que fuera hace muchísimo frío. 

No suena como un regaño y Imogen lo agradece, descubriendo un poco su rostro para ver a la rubia. Sus mejillas están rojas y heladas, sus labios se ven más pálidos de lo usual y el frío parece pegarse a sus prendas, aún así ella está ahí y no puede evitar que eso altere su corazón. 

Imogen no está segura de que Marianne lo viera, pero resulta obvio cuando la revista que antes estaba abierta, ahora se encuentre cerrada en su mesa de noche. Espera alguna pregunta o una muestra de desagrado por no ser evidentemente normal, eso no sucede. En cambio la rubia la empuja un poco y se hace lugar a su lado, ella no duda en abrazarse a su pecho y romperse un poco más. 

Ahora su cabello esta siendo acariciado con gentileza y su corazón se siente en calma, ¿estaría mal amar a la persona que le altera de forma tan dulcemente el alma? 

─Viniste...

El pecho debajo de su rostro vibra, ella eleva la mirada y ve la sonrisa en el rostro de Anne.─ Es que llamaste. 












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¡Hola! ¿Qué tal?

Soy yo actualizando otro domingo, tarde como siempre pero llegando.

No tengo mucho que contar, pero al menos puedo decir que estoy cumpliendo con las actualizaciones, je.

Espero que tengan un buen inicio de semana y que se vayan preparando para el final de esta historia, falta poquito.









AURORA Imogen HeaneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora