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Sus jadeos junto a sus gemidos y respiraciones cada vez más profundas llenaban la habitación, como sí a través de la atmósfera se esparciera una extraña neblina que empañaba los cristales de las ventanas de todo el lugar.

Sus manos en su pecho con base de impulso para cada uno de sus movimientos y sus caderas ya débiles por tanto ajetreo.

Estaba sobre ella.

Llegaba casi las 4 de la madrugada y no habían hecho más que follar, le era tan difícil de contenerse luego de tantos años deseando hacerlo.

Había perdido la cuenta de las veces en que Jeongyeon se había venido dentro de ella, pero nada tan incomparable como la sensación de ser llenada por ella y experimentar tener todos jugos regandóse, lo quería todo adentro, sin desperdiciar ni una sola gota.

Sus manos en su cadera, guiandóla cada vez que sus embestidas se aceleraban, creando un ritmo más pesado y seguro con cada estocada, una especie de goteo cuando sus pelvis chocaban.

La escuchó gemir.

—C-creo que otra vez voy a...—Respiró hondo. Jeongyeon gruñó cuando sintió sus paredes apretarse alrededor de su pene y luego comenzar a lubricar más de lo normal.

Se levantó, sosteniendo su cuerpo, para después darle vuelta, salir de ella para entrar de una fuerte estocada y comenzar a penetrarla profundo.

Estampó su mano contra su trasero arrancandóle algunos quejidos para después recostarse sobre su espalda y dejarse venir.

Sus dientes se clavaron en sus cremosos hombros, cuello y recorriendo su espalda.

Logró notar que las marcas eran muy notorias y un poco extrañas ya cuando estaban en la ducha a la mañana siguiente.

El sol se colaba, iluminando sus pieles desnudas en la tina a través de nítidos rayos. Sonrió, cuando sintió a Jeongyeon acariciar sus piernas bajo el agua tibia y luego besar suavemente sus hombros.

—Anoche te programé una cita con tu ginecólogo, debes tomar urgentemente lo que te recete, y puedes aprovechar si quieres comenzar algún tratamiento anticonceptivo, si así lo decides. No querremos tener un bebé, accidentalmente, no lo volveremos a hacer sin protección.

—¿¿Por qué??—Giró un poco para establecer contacto visual, y aunque Jeongyeon parecía muy tranquila, notó como sus ojos se agradaron por una milesima de segundo trás plantearse la idea.

Formar una familia.

Un concepto muy complicado.

—No creo que sea lo más conveniente, para ninguna de las dos, en este momento, y honestamente, no me veo cuidando críos..

Nayeon se recostó contra su pecho luego de volver a su recta postura, situándose entre sus piernas, respirando hondo.

Tarareó para luego pronunciar.—Puede que me de igual y a la vez puede que me importe demasiado, quizás quiera tener bebés a futuro, no lo sé, pero algo si tengo seguro, me gustaría vivir contigo..—Sonó como una petición.

Jeongyeon sabía que era demasiado complicado comprometerse a algo así pero era su sobrina..

Era muy difícil no ceder alguno de sus deseos.

Tendría que volver tarde o temprano a París.

Y mentiría si no deseaba con la misma intensidad vivir juntas nuevamente. Extrañaba tanto su compañía.

—Quiero que vivamos en París, tu trabajarías y yo podría cuidar de ti, mientras pienso a que dedicarme.

Frunció el ceño. Algo no le cuadraba.—¿Y la empresa de mi padre?

—Sabes que nunca he querido, nunca he tenido una vida propia, una vida que yo haya elegido, toda mi vida se ha basado en prepararme para algo que yo no decidí, sino que dieron por entendido, mi padre bien puede hacerse cargo durante algunos años más antes de jubilarse, ya entonces podré haber conseguido algo en lo que sea buena y no depender del negocio familiar.

—¿Y quién crees que se hará cargo entonces? No podemos dejar a la deriva a un gran patrimonio..—Murmuró mientras comenzaba a esparcir el jabón líquido por su espalda delicadamente.

—¿Podemos contratar a un administrador..?—Levantó ambas cejas, tratando de formalizar alguna idea inconclusa en su mente, sin embargo las cosas no eran tan sencillas, un administrador no aseguraba una total transparencia en el negocio, venía con algunas advertencias como posibles estafas o mal manejo, que podría poner en ruinas el patrimonio de su familia y dejarles sin algún tipo de herencia.

O algo así, había llegado a calibrar Jeongyeon en su inquietante imaginación.

No podía dejar que eso pasará.

Pero tampoco podía dejar que Nayeon fuese retenida a hacer algo que ella no quería.

Sentía cierta empatía, ya que había estado en la misma posición hace algunos años.

—Veremos que hacer cuando eso suceda.—En su mente ya estaba maquinando todo tipo de planes, pero decidió depositar un tranquilizador beso en la mejilla de su sobrina y continuar masajeando su cabello después de agregar el shampoo.

Pasadas unas horas.—¿Qué tal te sientes ahora?

Nayeon frunció el ceño, regalandóle su peor cara de póquer.—Tengo tremendas náuseas, y... maldita sea, me siento tan mareada.—Jeongyeon intentó sujetarla de la cintura en lo que la conducía al auto.

Acababan de ir a la cita con su ginecólogo, y las píldoras que le recetaron, aquel medicamento hizo efecto casi inmediatamente.

Por lo que le había comentado su ginecólogo, tenía una reacción un poco fuerte en su sistema.

Explicación de porque estuvo atenta a ella todo el día, cómo realizar el almuerzo y llevarlo a su cama, atender todas sus necesidades, encargadóse de que no hiciera ningún esfuerzo.

—¿Acaso tienes algún tipo de complejo de padre consentidor? —Susurró seductoramente mientras Jeongyeon le daba de comer la cena en cuanto cayó la noche.

Sopa de tomate.

Tenía muy buen sazón.

—No lo creo.—Se burló.—Estoy ansiando porque te recuperes..

Sonrió ladeado, pasando sus brazos por su hombros, atrayendóla a su cuerpo.

—Nayeon..—La detuvo cuando comenzó a succionar la piel de su cuello depositado besos húmedos y mordisqueando su piel. El tono de su teléfono invadió la habitación, haciendo eco en cada pared.

Era Taeyeon.

—¿Taeyeon?

Incluso si su teléfono estaba lejos y no estaba en voz alta, escuchó como chillaba llamandóla cariño, y Jeongyeon se apartaba totalmente de ella, para darle su atención ahora a su actual prometida. Sintió una hendidura dolorosa en su pecho y como pasaba a segundo plano.

Cuando Jeongyeon finalizó su llamada, Nayeon ya no estaba acostada en la cama detrás de ella.

Frunció el ceño extrañada.

Había sido una llamada un poco extensa pero no lo suficiente para...

Sus mejillas se encendieron cuando la observó sin nada de ropa sobre su escritorio en su despacho, sus piernas abiertas y como llevaba un par de dedos a su centro, dandóse placer, sus fluidos chorreando.

—¿No piensas venir a ayudarme, tía?

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ALL MINE. //2YEONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora