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Había pasado una semana.

Claramente seguía molesta.

Dándole vueltas a su última conversación.

Estaba enojada porque Jeongyeon debía mantenerse alejada de esa mujer por razones demasiado obvias, pero que hubiese tenido que pedírselo, le había dejado bastante obstinada.

Nayeon no era del tipo de persona que estaba acostumbrada a tener que esforzarse para tenerlo, así que, aunque hubiese sido un primer aviso, había sentido estarse rebajando.

—Es una estúpida.. —Gruñó a través del teléfono. Jennie concordó.—Sabes... ¡Estaba apunto de decir algo más cuando la frené!—Blanqueó los ojos. Tenían la misma conversación cada dos días.

—¿Y cuando vas a volver?—Indagó Jennie haciendo un puchero, usando su tono de voz más infantil.—No falta mucho para que inicien las clases.

—Lo sé.—Observó sus uñas.—Todavía me estoy encargando de algunas cosas. Mañana iré a ver un apartamento aquí en el centro de la ciudad.

—¿Hablarás con tu tía?

—No tengo muchas ganas.—Murmuró por lo bajo con amargura.—Pero sé que tarde o temprano tendremos que hablar. No podré seguir escondiendóme de ella.—Por muy molesta que estuviese, ella también comenzaba a extrañarla.

—¿Y si se acuesta con Taeyeon?

Inhaló hondo. No iba acabarsela.—No se atrevería.—Apretó su mandíbula. —Te juro que se lo haría pagar.

Jennie rió, inflando el pecho con orgullo.—Así se habla.

Cortaron la llamada media hora después de ponerse al día.

Estaba en ropa interior. Había destapado una botella de un champagne espumoso rosa después de que había despertado de una larga siesta, eran las cinco de la tarde.

Luego de su llamada con Jennie, preparó la cena. Cuando terminó, miró el reloj y marcaba las seis, apagó el horno. Había intentado una receta que vio en internet.

No escuchó el sonido de la puerta, así que se llevó un gran susto cuando unos brazos rodearon su cintura.—¿Preparaste la cena?

Blanqueo los ojos después de reponerse, apartando las extremidades de la peligris de su cuerpo. Caminó hasta su habitación para tomar una de sus camisas y comenzar a abrochar sus botones de regreso a la cocina, dónde se mantenía Jeongyeon observando todo el escenario. —¿Sigues molesta conmigo?—Preguntó con una pequeña voz. Su mirada en el suelo con un gesto triste y decaído. De esta manera parecía un cachorro recién regañado.

Nayeon mordió su labio inferior. Se dirigió a dónde se encontraba la vajilla para comenzar a servir la cena en silencio. Rebanó el filete, dividiendo sus porciones, repitió la misma acción con el estofado.

Suspiró hondo cuando volvió a sentir los brazos de la más alta rodeando su cuerpo, suspirando cerca de su cuello.

Estos días en la oficina habían venido siendo realmente agotadores. La semana de la moda se avecinaba así que estaba atestada de trabajo y demasiado estrés, sólo quería un poco de sexo. Pero Nayeon seguía sin dirigirle la palabra.

Comenzó a depositar besos húmedos sobre su cuello. Recordando su primera imagen al entrar.

Nayeon estando sólo en lencería.

Su trasero, su abdomen plano, su diminuta cintura y sus pechos.

—No estoy de humor.—Se apartó de ella. —Iré a comer a mi habitación.

ALL MINE. //2YEONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora