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Un hombre chino inconsciente flotaba a la deriva encima de las olas del mar, su barco había sido destrozado y flotaba alrededor de sus cosas. La cola de pez de un tritón se observaba nadando a toda prisa y, llegando por debajo de su cuerpo salió a la superficie y lo tomó entre sus brazos para nadar y acercarse a la orilla del mar.

El joven Rey Satang, acababa de tomar el trono del reino de las profundidades después de la muerte de sus padres. Nunca en su vida se había encontrado con una criatura tan parecida a él, pero tan extraña al mismo tiempo; tenía piernas y casi todas las cosas que el cuerpo de Satang poseía, pero no tenía cola de pez y mucho menos olía como ellos. El hombre comenzó a recuperar el conocimiento cuando Satang pegó su oreja al pecho del sujeto y escuchaba sus latidos.

- ¡Ahhhhhhh! - gritó asustado el hombre chino, alejándose. - ¿Q-qué diablos? - miró su cola de sirena. - Oh Dios... Debo seguir dormido...

- ¿Eres un humano?

- ¿Ah?

- Papá una vez me contó que durante una guerra estuvieron a punto de entrar a nuestro mundo. Son criaturas aberrantes y llenas de odio. - El hombre enarcó una ceja.

- Bueno, no puedo decir que tu padre no tiene un poco de razón, no somos perfectos, pero tampoco creo que seamos aberrantes. Y deberías de cuidar mejor tus palabras, tú eres el que tiene una cola de pez. - Se mareó un poco. - Debí de haber tragado demasiada agua de mar y estoy alucinando.

- ¿Alucinando? - ladeó la cabeza.

- Es cuando ves cosas que parecen reales para ti, pero en verdad no existen, pero tu mente te las muestra como un sueño vívido.

- ¡Wow! ¡Suena increíble! - exclamó emocionado. - ¿Puedes hacerme alucinar? - se acercó a él quitándose su cola y esto asustó más al humano.

- ¿T-tienes piernas?

- Oh... Sí. Podemos quitarnos nuestra cola por un rato.

- Vaya... Me volví loco, definitivamente. Necesito que alguien me pellizque... ¡AUCH! - Satang lo había pellizcado. - ¿Qué haces?

- Lo que pediste. - Sonrió dulcemente y el hombre suspiró, luego observó el mar.

- Rayos... Perdí todas mis cosas...

- No hay problema, puedo ir por ellas y pedir que nos ayuden.

Satang se acercó a la orilla y comenzó a cantar de una forma hermosa, dejando atónito al hombre atrás de él. Los delfines se acercaron a donde estaba y en s propio lenguaje, el rey les pidió que lo ayudaran a traer de vuelta los objetos del humano. Los objetos de aquel sujeto fueron puestos sobre la arena, y Satang miraba asombrado cada una de esas cosas.

- Uhhhhh... - sonriente y sorprendido miraba una lupa. - Es increíble...

- Es una lupa.

- ¿Lupa? - el humano asintió.

Ver a Satang sonreír de esa forma lo hacía sentir tranquilo por algún motivo, le daba demasiada ternura. Satang no era como los chicos humanos, él era mil veces más hermoso tenía cualidades que los humanos no poseían, y lentamente eso ganó su corazón.

Los días fueron transcurriendo y el humano comenzó a construir una choza con sus propias habilidades, dejando asombrado a Satang. El rey quería aprender, por lo que le pidió al hombre chino que le enseñara esas habilidades y que le contara más sobre el mundo humano. El hombre le mostraba todas las noches las estrellas en el cielo y Satang miraba atónito su belleza desde el telescopio, también a veces recargaba su cabeza en sus piernas y observaba el infinito cielo nocturno, mientras él le contaba sobre las constelaciones y la razón de por qué brillaban y otras maravillas que había en el universo.

"BELLEZA MARINA" - GeminiFourth (ADAPTACIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora