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Chayapol Jutamat, era el nombre del guardaespaldas que había lanzado al embajador tailandés con un paracaídas. Cuando el avión llegó a su destino, todos los presentes ya estaban al tanto de lo que había ocurrido; Gun Atthaphan, dueño de la empresa a cargo del jet privado del embajador junto con autoridades del gobierno y del gabinete de Gemini Norawit, llegaron apresurados a la estación de policía, donde tenían detenidos a todos mientras investigaban.

El hombre y todos daban su declaración, Gun estaba sumamente alterado y exaltado, porque saber que dos de sus mejores pilotos habían sido los responsables de dicho incidente por perder el control del avión un momento, lo tenía con un terrible dolor de cabeza, estómago y sintiendo que las venas de las sienes le reventaban. La noticia de la desaparición del embajador ya había cubierto los noticieros, el gobierno tenía que encontrar de prisa a Gemini Norawit, era alguien demasiado importante.

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Pond Naravit se encontraba en la sala de interrogatorios, Phuwin Tangsakyuen vio llegar a su jefe y se puso de pie enseguida, haciendo una reverencia, pero Gun estaba demasiado enervado, ni siquiera lo saludó.

- ¿Qué diablos fue lo que ocurrió, Phuwin?

- Señor, lo siento mucho, yo... nosotros... Perdimos un momento el control del avión y... El señor Yang actuó de forma totalmente inesperada.

- ¿Qué esperabas? ¡El puto avión se estaba cayendo! - Phuwin agachó la mirada. - Pero hay una pregunta más importante: ¿qué diablos estaban haciendo tú y Park como para perder así el control? ¡Pond tiene más de quince años de experiencia! ¡Es uno de los más capacitados y también tú! ¿Qué fue lo que pasó?

- Yo... - Phuwin trataba de buscar la respuesta en su cabeza.

- ¿Señor, Tangsakyuen? - uno de los detectives lo llamó. - Es su turno.

Phuwin se sintió salvado por la campana, se despidió de su jefe y entró a toda prisa en la sala de interrogatorios, pero eso no iba a quedarse así, sabía perfectamente que Gun Atthaphan no dejaría de indagar, y peligraban sus trabajos si se enteraban de la verdad.

El guardaespaldas de Gemini Norawit se quedó detenido en la fiscalía, hasta que fuera encontrado; rápidamente las autoridades se movieron, para poder enviar la ayuda necesaria y rescatarlo, después de saber las coordenadas que el guardaespaldas les había otorgado.



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Haber dormido al lado de Fourth, había resultado ser mucho más cómodo y agradable de lo que Gemini pudo imaginar. Abrió los ojos bostezando y estirándose, agachó la mirada, pero el joven no se encontraba más ahí, se irguió y talló sus ojos buscándolo por el cuarto, pero no encontraba por ninguna parte. ¿A dónde habría ido?

Al escucharlo cantar, supo perfectamente que se encontraba en la choza, pero en otra parte y no pasaron muchos minutos para que apareciera nuevamente con un pescado caliente en una hoja de palma, pero Fourth quedó atónito con la imagen que lo recibió; Gemini Norawit se encontraba justo en ese momento sin camisa mostrando su perfecto abdomen que no había visto por completo el joven y eso lo hizo sonrojarse notoriamente.

Ambos se miraban fijamente, estupefactos, hasta que el de ojos azules desvió la mirada, muy avergonzado y con un chillido salió de la habitación.

- Mierda... - Gemini se apresuró a abrocharse de nuevo los botones, colocándose la camisa, saliendo del cuarto y alcanzando a Fourth, quien se encontraba con los párpados apretados con fuerza. - ¿Fourth? Oh cielos, lo lamento mucho... No sabía que entrarías justo en ese momento, sólo quería sentirme un poco refrescado.

"BELLEZA MARINA" - GeminiFourth (ADAPTACIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora