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Unos años más tarde aquél bello chico en el campo de rosas de había convertido en un caballero dorado. Y eso Neida lo sabía perfectamente, todo mundo hablaba del hermoso hombre en medio del campo de rosas, en el santuario. Sobre todo sus compañeras amazonas, chillaban cada vez que lo nombraban.

En esos años la menor de hebras verdes había logrado conseguir la armadura de Cisne. Gracias a las técnicas que su hermano le había enseñado.

De hecho, Neida volvía de Siberia tras a verse ido durante tres años. La aparición de Athena también era otra novedad para ella, según por lo que tenía entendido por medio de las cartas de Degel, era que está vez la diosa de la guerra había reencarnado en una niña humana que fue hallada por Sísifo de Sagitario cuando llegó a un pueblo de Italia.

La aparición de la diosa causaba alivió en el santuario, pero para Neida su aparición. Significaba el inicio de una nueva guerra santa, lo último que necesitaba. No la mal entiendan ella nunca le faltaría a su diosa ni nada por el estilo solo que pensar que en cualquier momento podía morir, la conmosionaba por completo. No quería morir sin declararse a su amor de la infancia iba hacer feliz sin tan solo pudiera hablar con el alguna vez.

Miro al frente suyo la entrada al santuario de Athena, suspiro trás la máscara. Para comenzar su camino hasta la onceava casa del zodiaco, su hermano no se encontraba para recibirla, él había partido en una misión junto con Kardia de Escorpio hacía México. O eso le dió a entender en una de sus cartas.

— Pido permiso para pasar por tu casa, Shion de Aries. —anunció la joven caballero de bronce.

El nombrado miro con asombro a la joven frente suyo, la última vez que la vió era una pequeña niña. Lo único que no cambio era su cabello corto hasta los hombros, pero le favorecía ya que era más fácil apreciar sus rasgos maduros producto de la pubertad, aunque la máscara tapara su rostro.

— Neida un gusto volver a verte. —dijo tranquilo haciéndose a un lado—. Por su puesto que puedes pasar.

— Gracias... eh ¿y como han estado las cosas por aquí? —interrogo tratando de sacar una breve conversación.

— Bien hasta ahora. —respondió bajando la mirada, nunca podía entablar una conversación con ella. De alguna o otra forma el ambiente se volvía tensó.

𝐀𝐋𝐌𝐀𝐒 𝐃𝐄𝐒𝐓𝐈𝐍𝐀𝐃𝐀𝐒; Albafica de Piscis Donde viven las historias. Descúbrelo ahora