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Paso sus brazos por detrás de su cabeza, mientras caminaba detrás del grupo de aspirantes a caballeros femeninos. El gran maestro le había ordenado seguir perfeccionando sus habilidades y ella no pudo oponerse. Los comentarios de las jóvenes fueron interrumpidos por una presencia en el recinto de las amazonas. Rápidamente estás se arrodillaron en señal de respeto, Neida las miró curiosa al no percatarse de la presencia divina todavía.

— ¿Ah, y tu quién eres pequeña? —se inclinó hacía la menor de cabellos lilas.

Ella río suavemente, mientras que las presentes la miraban atónitas que falta de respeto era esa. Hasta que una de sus compañeras en un rápido movimiento se levantó, tomando la parte trasera de la cabeza de Neida estampandola contra el suelo.

— ¡¿Qué falta de respeto es esa, estás ante la diosa Athena?! ¡¿Qué demonios pensabas?! —exclamo su compañera eufórica.

— No pasa nada, enserio sueltala. —dijo la reencarnación de Athena a la aspirante a caballero.

Está soltó a Neida de mala gana, volviendo a su posición. La de hebras verdes quedó sentada en el suelo, mirando trás su máscara a la niña frente suyo.

— Pido perdón por mi osadía, diosa Athena. —se disculpó Neida bajando la mirada.

— No te preocupes, puedes llamarme Sasha si quieres. No me molesta es lindo ver a las personas tratarte como una persona más, sin ninguna etiqueta o presentación. —aclaro sincera.

— Usted también puede llamarme como le plazca, mi señora. Soy Neida de Cisne un caballero de bronce a sus servicios. Es un placer conocerla. —hablo formalmente hacía Sasha.

— Es placer es mío, caballero Cisne.

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Tomo asiento en aquella roca, donde solía observar a Albafica durante sus entrenamientos. Soltó un suspiro lleno de melancolía al desconocer su respuesta, sus ilusiones cada vez se iban rompiendo con la fragilidad de la espera.

De levantó de aquella de aquella piedra, para caminar hacía el campo de rosas que estaba frente suyo lo único que la separaba de aquella mortal belleza era la altura de un risco. Sin pensarlo saltó hacía una piedra que estaba en la nada junto con las bellas rosas. Las miro con dolor eran tan hermosas y letales al mismo tiempo. Se quitó su máscara dejándola caer en las flores, algunos pétalos carmín volaron repentinamente por el objeto que perturbó su tranquilidad.

Un solo rose, se necesitaba para envenenarse. Neida estaba aturdida, no quería morir sin su amor no correspondido era egoísta al igual que su amor. Pero como culparla si en algún momento de nuestra vida hemos amado tanto a una persona que bajarías la luna y las estrellas por dicha persona. Y si la amas hay que dejarla ir, pero la mente lo acepta pero el corazón no. Se niega dejar ir a ese sujeto especial que marco nuestras vidas.

Si amas tanto a una persona eres feliz sabiendo que es feliz junto a otra persona que no seas tú. Porque si te niegas a soltarla solo conseguirás seguirte lastimando. El amor no correspondido duele y duele mucho.

𝐀𝐋𝐌𝐀𝐒 𝐃𝐄𝐒𝐓𝐈𝐍𝐀𝐃𝐀𝐒; Albafica de Piscis Donde viven las historias. Descúbrelo ahora