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Observaba en silencio todo a su alrededor era extraño el ambiente se sentía pesado por alguna razón. La amazona de Cisne había sido asignada a patrullar las afueras del santuario junto un grupo de caballeros de plata, la razón de porque fue asignada a esa división fue porque el Patriarca la consideró lo bastante capacitada como para dirigir un ataque si los espectros llegarán a aparecer.

El cosmos de Neida era capaz de elevarse hasta el punto de ser comparado con el de un caballero dorado algo que la hacía sobresalir en las batallas contra sus enemigos. Los hombres a su alrededor bromeaban uno que otro chiste algo que la chica le restó importancia. Estaba tensa algo no andaba bien, porque todo estaba tan silencioso.

La de orbes esmeralda detuvo su andar, confundiendo a sus compañeros.

— Oye Neida ¿qué esperas andando? —interrogo uno de sus compañeros mirándola por encima de su hombro.

La mujer lo miro expectante para comenzar a caminar de nuevo, el viento sopló moviendo el cabello de la amazona. Pero algo estaba mal ni una sola hoja o tierra se había movido por esa repentina brisa, ella se volteó rápidamente y entonces.

— ¡Polvo de diamantes! —lanzo su ataque contra el espectro.

Esté era un hombre peculiar su cabello era largo completamente albino y poseía una sapuri.

Él sonrió engreído viendo su brazo derecho el cuál había sido congelado por el ataque de la amazona, burlándose movió su brazo rompiendo el hielo por completo.

Neida abrió la boca sorprendida, nunca antes habían quebrado ese hielo. Una gota de sudor frío se deslizó por su mejilla al darse cuenta que a quién se enfrentaba era un rival poderoso.

— ¡Neida! —sus compañeros gritaron su nombre corriendo hacía ella, pero fueron detenidos por los demás espectros.

El espectro aplaudió a la femenina está lo miro eufórica—. Vaya nunca pensé enfrentarme con una mujer, será interesante permíteme presentarme ¡Soy Minos de Griffo! ¡Uno de los tres jueces del inframundo!

— Neida.... Neida de Cisne —murmuro analizando los movimientos del enemigo.

— Te consideraré el honor de salvarte si te rindes y matas a tus compañeros. —anunció, ella lo miró incrédula.

— Aunque sea una mujer eso no significa ¡Que no sea capaz matarte! ¡Griffo te asesinare aunque sea lo último que haga!

Minos trazó una retorcida sonrisa en sus labios—. ¡Si eso quiere la dama, eso será! ¡Marioneta cósmica!

De sus manos parecieron salir unas especie de hilos los cuales, rodearon inmediatamente a Neida, tomando posesión de sus extremidades. La amazona no dudo en lanzarse en contra del albino, está la seguía mirando burlesco. Pero el puño de la joven se detuvo frente el rostro de su adversario su puño, Minos la miro arrogante. Movió un dedo de su mano, el puño de Neida se estampó contra su vientre con fuerza.

Un sabor metálico se acumuló en su boca, obligándola a escupir la sangre.
Dió un grito ahogado cuando su brazo comenzó a doblarse de una manera inhumana el ruido de los huesos quebrandosé inundo los oídos de ambos.

— Pobrecito Cisne, está perdiendo sus alas ¿ahora como volará? —siseo de una manera escalofriante.

«No puedes morir así, Neida» esa voz la reconocería de donde sea.

— Maestro Krest —susurro.

«Levántate Neida, incrementa tu cosmos, ¿acaso ya has olvidado tus entrenamientos? pelea, pelea. Hasta el final ¡Neida!» el cosmos del antiguo caballero de Acuario se estaba manifestando para salvarla, no dejaría que fuera en vano.

El un movimiento rápido cortó los hilos, dió una pirueta antes de caer a una considerable distancia. Alzando ambos brazos hacía arriba, respiraba con dificultad.

— Arde, ¡arde al máximo cosmos! —espero que funcione—. ¡Ejecución de la Aurora! —su ataque salió disparado, el suelo se había congelado por completo.

Neida permanecía con ambos brazos extendidos, mientras el polvo se despejaba dejando ver la vista al frente, quedó desconcertada al ver como el hombre se había cubrido con sus alas. Pero al momento de descubrirse fragmentos de la armadura cayeron al suelo.

Sonrió victoriosa al menos había logrado hacerle daño antes de que llegará al santuario. Neida sabía que no podría derrotarlo el era uno de los tres jueces al servicio de Hades y ella un simple caballero de bronce.

— Se que no podré vencerte, pero...... ¡Si te hago el daño suficiente el lo hará!

— Infeliz ¡Muere ya! —arremetió contra la amazona.

Neida elevó su cosmos, esté brillaba con gran intensidad. Esa aura dorada la rodeó de nuevo, preparándose para combatir de nuevo. Volviendo a la posición contra la que había ejecutado el ataque de la ejecución de la aurora, esa aura no era normal. Era como la de un caballero dorado, trás la amazona apareció una silueta ejecutando la misma posición no se veía con claridad quien era, pero Neida sabía que se trataba de su maestro, Krest de Acuario.

𝐀𝐋𝐌𝐀𝐒 𝐃𝐄𝐒𝐓𝐈𝐍𝐀𝐃𝐀𝐒; Albafica de Piscis Donde viven las historias. Descúbrelo ahora